NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Hasta Armstrong acabó dando la razón a Manzano y Gaumont

Philippe Gaumont está en coma tras sufrir un ataque cardíaco. Tiene 40 años, una edad que, como dice mi cuñado Asier, “marca el inicio de la segunda parte del partido”. Ese partido es la vida. Y Gaumont lucha en estos momentos por salvarla. Cuando he conocido la noticia, no he podido evitar pensar en los nombres de tres coetáneos: Chava Jiménez, Marco Pantani y Frank Vandenbroucke. Vidas y muertes dramáticamente paralelas.

Gaumont

Ampliar

Y tampoco he podido evitar recordar, una vez más, a Jesús Manzano. En los días previos a sus denuncias de dopaje en AS, hace poco más de nueve años, Manzano me repetía una frase: “Cuando yo cuente todo, lo que ha dicho Gaumont se va a quedar corto”. Porque en esas fechas, el francés ya había hablado de transfusiones de sangre y del consumo reiterado de sustancias. Gaumont estaba inmerso en el ‘caso Cofidis’, donde después también cayó su compañero David Millar, a quien trataba el español Jesús Losa, a su vez médico de aquel equipo Euskaltel.

“Manzano mentía, Manzano estaba loco, Manzano se automedicaba, Manzano lo hacía por dinero, Manzano era un drogadicto y un putero, Manzano cantó por venganza…”. Ya saben las cosas que se dijeron entonces y que aún sostiene algún reducto revisionista. Pues todo lo que contó en aquellas fechas Manzano, como lo que dijo Gaumont, se ha ido confirmando al dedillo. Mira tú por dónde. Hasta el propio Armstrong lo confesó recién.

Armstrong

Ampliar

En aquella época, España era un paraíso del dopaje, lo que no quiere decir que los españoles fueran los únicos que se dopaban: aquí vivía Armstrong, aquí tenía su médico Millar, aquí trataba Eufemiano Fuentes a Basso, a Ullrich, a Hamilton, a Cipollini, a Pantani; aquí venía Ferrari para reunirse con Vinokourov… Y aquí me encontré una vez con Virenque en Navacerrada.

Virenque es francés, igual que Gaumont. Se habló que a raíz del ‘caso Festina’ en 1998 había surgido un ciclismo de dos velocidades, de que los franceses iban al “eau claire”, al “agua clara”. Algo de eso hubo, sin duda, pero no fue una regla inmutable. Cofidis era un equipo francés, no lo olvidemos. Y varios de sus miembros acabaron sentenciados en los tribunales. Pero también era francés y del Cofidis David Moncoutié, un ciclista honesto… Y por eso no caía muy bien en cierto sector del pelotón.

Ampliar




Había dos velocidades, sí… Pero yo no las relacionaría tanto a la nacionalidad del ciclista, como sí a los países. Mientras que la justicia francesa, italiana y belga (y después incluso la alemana) redactaban leyes penales, hacían redadas, repudiaban a ídolos locales como Pantani, Virenque o Vandenbroucke, aquí mirábamos para otro lado… Sobre todo nuestros políticos y legisladores, que hasta subvencionaban los equipos de Losa y Eufemiano con dinero público. Todavía recuerdo a Esteban González Pons intentando convencer a Jean Marie Leblanc de que Manzano era un mentiroso. Sería hipócrita no admitir también que en esa dejadez estuvimos los periodistas (unos más que otros, las cosas como son), que escribíamos de dopaje como si siempre fuera cosa de otros.

Ampliar

Ahora nos llega la noticia de Gaumont y mi memoria se traslada a aquellos años, no lo puedo evitar. Durante el juicio del ‘caso Cofidis’ cayó en mis manos un informe, que no recuerdo qué hice con él, que demostraba que los ciclistas no solo consumían sustancias dopantes, sino que creaban adicciones de todo tipo, que incluían los antidepresivos, los somníferos y la Viagra. Si alguien piensa que el dopaje no puede conducir a otros hábitos, ahí están los casos de Chava, Pantani, Vandenbroucke o el propio Gaumont para rubricarlo. Algo más que juguetes rotos.

Han pasado nueve años y yo soy de los que piensan que el ciclismo actual está mucho más limpio que entonces, que en España se están haciendo más cosas por combatirlo, que al menos hemos ganado en mentalización, compromiso y voluntad, que hasta los periodistas informamos de otra manera… Pero quizá sea un ingenuo, lo sé. El problema es que ya llevo muchos años pensando que ‘este año’ las cosas están cambiando, y luego me vuelvo a llevar otro zas en los morros por el peso de los hechos. Voy a contar una anécdota para entendernos: hace dos años participé en unas jornadas de ciclismo, y a mi izquierda se sentaba Barredo, que ratificó mis palabras: “Sí, el ciclismo ya no está como antes”. Barredo se encuentra ahora suspendido por parámetros anómalos. Por cierto, el moderador, un tal Escobar, me quitó la palabra porque entendía que al hablar de dopaje convertía la mesa en “un faranduleo”.

Barredo

Pese a todo soy un optimista sin remedio, lo sé, porque quiero seguir pensando que a pesar de ejemplos así, ahora estamos mejor… Quizá porque no me entra en la cabeza que el deportista no haya aprendido nada y que dentro de unos años nos podamos encontrar con un nuevo Gaumont.