NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Más grande que sus mentiras

Hoy regreso al trabajo después de tres semanas de vacaciones. El deporte nunca para y en mi ausencia se han encadenado hechos excepcionales. Purito Rodríguez dominó el Giro de Lombardía, la selección campeona del mundo de fútbol jugó un partido sin televisión, el Atlético de Madrid va colíder de la Liga y hasta un austriaco de 43 años, Felix Baumgartner, se ha lanzado desde 39.403 metros en caída libre a la velocidad del sonido. En estas tres últimas semanas también se han conocido los detalles del informe de la USADA sobre Lance Armstrong. A estas alturas, nada excepcional.

Durante estas vacaciones he estado en Bélgica, una de las cunas del ciclismo; en Ámsterdam, donde la bicicleta es mucho más que un deporte; en Valdepeñas de Jaén, municipio del universo ciclista gracias a su cuesta de las Farjas al 25% y a su vecina Pandera… Y durante estos días he leído con enorme interés, pero con la distancia que otorga el reposo, los testimonios que señalaban a Armstrong como el eje del dopaje “más sofisticado” de su época. Y, sinceramente, no encontré nada nuevo. Llega un momento en la vida en el que dejas de creer en el Ratoncito Pérez. Y eso me pasó a mí hace tiempo con Armstrong.

Lo que no pude evitar durante la lectura fue una sucesión de imágenes sobre sus siete Tour, que cubrí todos ellos como enviado especial de AS. Me acordé primero de ese rayo de esperanza que supuso la victoria de un superviviente de cáncer justo un año después del escándalo del Festina. Pero ese rayo fugaz dio paso a otros recuerdos. Por ejemplo, al de Johan Bruyneel derrapando con su coche a un metro de mí para recriminarme una información (que ni siquiera escribí yo) sobre ciertas sospechas que ya recaían sobre la medicación del texano… Bruyneel, el recién destituido director que, como dice Cancellara, aparece en 129 de las 200 páginas del dossier.

  Bruyneel2

Ampliar

Bruyneel prohibió a todos sus ciclistas hablar con AS, ese periódico que Armstrong definió en una rueda de prensa como “un tabloide”. El veto incluía a los españoles del equipo. Por ejemplo, a Chechu Rubiera, de quien ahora la USADA asegura que ingresó 15.000 dólares en una cuenta de Michele Ferrari… O también a Roberto Heras y Manuel Beltrán, posteriores positivos con EPO… Luego llegaron las denuncias de Jesús Manzano, el embrión de la Operación Puerto, y los vetos y los desplantes se extendieron. Podría desplegar un amplio listado, pero el rencor solo hace daño al que lo acoge y lo proyecta. No merece la pena.

Más que rencor, siento tristeza. Y cansancio. ¡Cuánto tiempo perdido! El caso Festina marcó una frontera a este deporte bajo el mensaje: “El ciclismo será sin dopaje o no será”. Pero pocos lo captaron. Precisamente, los podios posteriores son los puestos en cuestión por la investigación de la USADA. O por los testimonios de Jesús Manzano y David Millar. O por la Operación Puerto. Recuerdo que alguien dijo en aquel 1998 (creo que fue Echávarri) que la solución era que el ciclismo se desprendiera de todos aquellos que lo habían llevado a esa encrucijada para empezar de cero. Entonces no se hizo, pero aún estamos a tiempo. Hoy se ha demostrado que el ciclismo puede vivir sin Saiz, sin Belda, sin Bruyneel, sin el propio Echávarri… O incluso sin Armstrong en su palmarés.

En el penúltimo día de mis vacaciones, me topé con un grupo de cicloturistas por la Sierra Sur de Jaén. Eran participantes de la X Ruta Ascenso a la Pandera. Y recordé mis días en Bélgica y Holanda, con sus carriles-bici… Y entendí, una vez más, que el ciclismo está por encima de sus propias mentiras.