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Purito ha crecido en el Giro

Vayan de antemano mis disculpas y mis explicaciones por no haber actualizado mucho el blog durante el Giro de Italia, pero la razón básica ha sido que he ido escribiendo con regularidad columnas de opinión en el AS, que también eran colgadas en as.com, y me parecía una duplicidad de trabajo que no aportaba gran cosa. Un día después de terminar la carrera, sí me pide el cuerpo hacer un análisis de la Corsa Rosa, aunque inevitablemente tenga que volver a repetir algunas ideas que ya he expuesto. Recopilemos, entonces.

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Empezaré con Purito Rodríguez, faltaría más. Desde la primera semana tenía la intuición de que no iba a ganar, aunque no quise expresarlo así de claro (sí lo hice entre líneas). Por desgracia, al final llevé razón, aunque no es menos cierto de que el catalán ha competido muy por encima de mis expectativas, y seguramente también de las suyas. Purito ha aprobado, y con nota, algunas de las asignaturas pendientes que me hacían reacio a creer con firmeza en sus posibilidades.

Para empezar, Purito ha rendido más que dignamente en las contrarrelojes, tanto en la crono corta inicial, como en la cronometrada por equipos o en la última en Milán. Ahí ha superado o tuteado a los que supuestamente iban a ser sus rivales directos, como Basso y Scarponi. Mi segunda incógnita respecto a Purito era comprobar si iba a ser capaz de superar las grandes etapas de montaña. Todos conocemos su estelar rendimiento en puertos cortos y explosivos, pero una cosa muy distinta es enlazar varios puertos largos, con mucho desnivel y rodando mucho tiempo por encima de los 2.000 metros. Pues incluso ahí, el catalán ha actuado por encima de lo que nos tenía acostumbrados. Ha sabido sufrir y no ha caído en ningún hundimiento irreversible.

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Este razonamiento me lleva a la cuestión de la regularidad, que era otro hándicap para el líder del Katusha. Con el paso de los años, Purito ha ido conociéndose mejor y madurando, lo que le ha enseñado a dosificarse. Antaño siempre había algún día en el que desaparecía de los puestos que ocupaban los jefes. Su motor y la liviandad de sus 55 kilos le jugaban a veces malas pasadas. Pues bien, esto también lo ha superado.

Como escribí recientemente en una columna de opinión, el Purito que ha salido del Giro es más ciclista que el Purito del inicio. Ha crecido. Y aun así, no ha podido defender la maglia rosa hasta el final. ¿Por qué? Aquí el análisis más sencillo es decir porque hubo un rival mejor: Ryder Hesjedal. Pero hay más causas. Para desbancar a un ciclista como el canadiense no hay otra que atacar desde más lejos: ahí está el ejemplo de Thomas de Gendt. Purito ha exprimido sus cualidades arrancando en el último kilómetro, que es su distancia, pero en ese espacio es difícil sacar más diferencias. No digo que no lo intentara, porque probó en el Mortirolo, pero sí que no pudo. En cualquier caso, su actuación ha sido para quitarse el sombrero. Corrió con inteligencia, explotó sus posibilidades, se llevó dos etapas y la maglia roja de la regularidad, y sólo 16 segundos le privaron del triunfo de su vida.

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La coronación de Ryder Hesjedal, un ciclista de 31 años con sólo tres victorias en su palmarés (cuatro ahora), ha sido sin duda una sorpresa. Pero menos. En realidad, cada vez estamos viendo a más ciclistas anglosajones arriba, principalmente del Garmin y del Sky. Ya emergió Chris Froome en la pasada Vuelta a España… Y qué vamos a descubrir ahora de Brad Wiggins. Han encontrado nuevos métodos, nuevas motivaciones, otra forma de entender el ciclismo. Y me temo que han llegado para quedarse durante mucho tiempo.

Junto a Hesjedal y Purito estuvo en el podio De Gendt, un ciclista de 25 años que nos emocionó con su ataque en el Mortirolo y su victoria en el Stelvio. El belga también anda bastante bien contra el reloj. Si una avería no le hubiera hecho perder un minuto en Pian dei Resinelli, quizá estaríamos hablando ahora del ganador del Giro. Y no exagero. Yo, por si acaso, ya he apuntado su nombre para el futuro. Creo que estamos ante el ciclista que devolverá a lo más alto de una grande a Bélgica, que no triunfa en una de las tres desde que lo hizo Johann de Muynck en el Giro de 1978.


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Los italianos se bajaron del podio de su ‘corsa’ por primera vez desde 1995 (Rominger, Berzin y Ugrumov). Aun así terminaron cuarto (Scarponi), quinto (Basso) y sexto (Cunego). En el mundo ciclista, y especialmente en su país, no se ha entendido mucho la estrategia del Liquigas de trabajar durante todas las etapas de montaña aun no portando la maglia rosa, lo que, visto con perspectiva, ha favorecido más a Hesjedal y Purito que a sus propios intereses. Yo creo que esa es la manera de correr en la que Basso se siente más a gusto, porque es un diesel que suele vencer más por la criba de sus rivales que por ataques directos. La táctica le ha fallado, pero un vencedor de dos Giros también merece ese apoyo y un respeto.

Por último quiero hacer mención al resto de españoles. El Euskaltel cumplió con la victoria de etapa de Ion Izagirre, cuyos 23 años le abren unas expectativas infinitas de futuro, y con el décimo puesto y la batalla en la montaña de Mikel Nieve. El Movistar también cumplió con nota con las dos etapas de Ventoso y el costarricense Amador. Al final falló Beñat Intxausti, aunque durante muchos días se demostró a sí mismo que puede estar con los mejores. 



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