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Ventoso se abona al Giro

En sus inicios llegamos a comparar a Fran Ventoso con Óscar Freire. Por cántabro y por rápido. Y, seguramente, por las ganas que siempre hemos tenido de que Freire no se quede en un ciclista surgido por generación espontánea, de que nos deje un sucesor, o incluso una escuela. Hasta Paco Antequera le llegó a incluir en la Selección para que se fuera fogueando a la estela de su paisano en los Mundiales, una carrera que creíamos a su medida. Con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que Fran no es Óscar, porque Freire es único… Pero Ventoso es Ventoso: y no es poco.

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Ventoso ha ganado este lunes la novena etapa del Giro de Italia en Frosinone, justo un año y dos días después de que se estrenara en la ronda rosa con una victoria en Fiuggi (sexta etapa). Dos triunfos muy diferentes, pero de idéntica valía. En 2011, Ventoso batió a Alessandro Petacchi en un mano a mano en ligera subida: un sprint agónico en el que ambos acabaron literalmente reventados. En este 2012 ha sido diferente: Matthew Goss y Filippo Pozatto han perdido la trazada en la última curva y han arrastrado en la caída a otros velocistas como Mark Cavendish. En río vuelto, Ventoso echó la caña y atrapó el pez gordo. Pese a la criba de rivales, no fue una victoria fácil: Fran salió séptimo del accidentado giro y a partir de ahí remontó.

Cuentan que Ventoso había bromeado por la mañana en la salida con unos periodistas, a los que citó en la meta: “Esta tarde me vais a volver a entrevistar”. Y bien que ha acertado. El cántabro no es un sprinter puro, pero tiene la velocidad suficiente, y a sus 30 años también la experiencia, para ir haciéndose un palmarés bastante digno. El cántabro del Movistar suma 29 victorias desde su debut en 2004 y tres de ellas han sido en grandes rondas: las dos del Giro y una en la Vuelta a España 2006 (la tercera, en Almendralejo).

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La etapa también deparó un interesante movimiento de Purito Rodríguez a unos 5,8 de la meta, lanzado por Ángel Vicioso, aunque fue atrapado bajo la pancarta de 5 kilómetros. Siempre es de agradecer el espíritu atacante de cualquier ciclista, pero si el catalán ha venido a este Giro a luchar realmente por la general final, tal vez debería dejar estas guerrillas para otros. Tener la maglia rosa tan cerca (a 9 segundos) es una tentación, pero ya sabe lo que le ocurrió hace dos años en la Vuelta a España, cuando buscó con tanto ahínco el maillot rojo para lucirlo en Cataluña, que en los días siguientes sufrió las consecuencias. La décima etapa acaba este martes en Asís (4 km al 8,8%): y ese sí me parece un lugar donde intentarlo sin pagar facturas extras.