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El Giro que nunca existió

El pasado 24 de abril nos rindió visita en el Foro AS el fiscal-jefe de Turín, Raffaele Guariniello, uno de los grandes azotes contra el dopaje en Italia. En las páginas del periódico ya contamos sus razonamientos sobre esta lucha, así que no me voy a extender más sobre ellos. En realidad le traigo a colación por otro motivo. Durante su exposición, Guariniello insistió dos veces en la dificultad que entrañaba para los medios de comunicación escribir o narrar sobre hazañas deportivas en la actualidad: “Los periodistas hacen crónicas en las que exaltan las gestas de un ciclista o de un futbolista, pero un tiempo después este deportista da positivo o cae en una trama de dopaje, y entonces el periodista sabe que todo aquello que escribió estaba basado en un fraude, en una trampa, en una mentira”.

Muchos compañeros y yo nos vimos identificados en sus palabras. Y que levante la mano aquel periodista que no haya sufrido alguna vez al menos una de estas decepciones. Los periodistas nunca tenemos que ser protagonistas de las noticias, así que a los lectores les importará poco o nada que suframos este tipo de bajones. El problema es que este mismo chasco se lo han llevado numerosas veces los aficionados al deporte, con un porcentaje más alto del que nos gustaría en el ciclismo. “Luchamos contra el dopaje, entre otras cosas, porque los deportistas profesionales son ídolos y ejemplos a seguir por nuestros jóvenes”, dijo también Guariniello.

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El Giro de Italia corona este jueves como campeón de la edición de 2011 a Michele Scarponi, un triunfo que ha heredado por la descalificación de Alberto Contador. El próximo 29 de mayo, en Luxemburgo, Andy Schleck recibirá también los laureles como ganador del Tour de Francia 2010, que ha perdido igualmente el madrileño de Pinto. ¡Cuántas crónicas escribimos sobre aquellas dos victorias de Contador! ¡Cuánta ilusión de los aficionados!

Yo no voy a juzgar aquí a Contador, eso lo tengo claro. Está cumpliendo una sanción de dos años porque el reglamento está como está, y con ese reglamento corren todos. Su suspensión es coherente con la norma. Pero sí puedo decir que su castigo siempre me pareció desproporcionado. Sobre todo no entiendo por qué se le arrebató el Giro de 2011 que ganó pasando todos los controles pertinentes y con la licencia federativa en su mano, porque en ese momento estaba absuelto de su positivo. Ahora resulta que el vencedor fue Scarponi, un hombre que, por cierto, ya cumplió una sanción por su implicación en la Operación Puerto, en la que aparecía con el seudónimo de Zapatero.


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¿Y ahora qué hacemos? ¿Reescribimos las crónicas del Giro 2011? ¿Le decimos a los lectores que aquello fue mentira y que el héroe de verdad era Scarponi? ¿Instamos a la gente a cerrar aquellas cuentas bancarias que se abrió en Saxo Bank por impulso de la publicidad del triunfo de Contador? Soy partidario, que conste, de castigar con extrema dureza. Pero la descalificación de Alberto en la edición del año pasado no sólo hizo daño al corredor, sino también al prestigio de una gran carrera, a la credibilidad de un deporte, al corazón de los aficionados… Y a tantas gestas narradas.