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La hemorragia que no cesa

Leo con preocupación el listado que este sábado han publicado mis compañeros en la página 35 de la edición impresa de AS. Es la relación de las carreras desaparecidas en España desde 2002, un total de doce: Clásica de Sabiñánigo, Memorial Manuel Galera, Trofeo Luis Puig, Vuelta a Aragón, Setmana Catalana, Escalada a Montjuïc, Clásica a los Puertos, Clásica de Alcobendas, Euskal Bizikleta, Vuelta a la Comunidad Valenciana, Subida Urkiola y Subida al Naranco. Ahí es nada.

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De esta hemorragia se ha salvado en el último momento la Clásica de Almería, mientras que otras carreras han puesto una tirita temporal: la Challenge de Mallorca se ha reducido a cuatro días; la Vuelta a Castilla y León, a tres; la Vuelta a Murcia, a dos; y la Vuelta a La Rioja, a uno. Aun así, la herida sigue sangrando y esta temporada podrían unirse al listado el GP Miguel Indurain, GP de Llodio, la Vuelta a Asturias y dos históricas: la Vuelta al País Vasco y la Clásica a San Sebastián.

Jaime Ugarte, presidente de Organizaciones Ciclistas Euskadi, emitió un comunicado el pasado viernes donde advertía de la posibilidad de que la Vuelta al País Vasco y la Clásica a San Sebastián no pudieran celebrarse en 2012, después de que el director general del Gobierno Vasco, Patxi Mutiloa, les anunciara que solamente podrían cubrir el 60 por ciento del importe del Gran Premio. Una pésima noticia, sin duda, porque estamos hablando de dos carreras con enorme prestigio y solera, ambas integradas en el circuito WorldTour.

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Quizá ahí esté uno de los males más enquistados del deporte español (y digo deporte, no exclusivamente ciclismo). Me refiero a la altísima dependencia que los organizadores tienen del dinero público. Es evidente que invertir en ciclismo conlleva una contraprestación: un retorno, sobre todo, publicitario. Pero en esta brutal crisis económica en la que nos encontramos, es difícil explicar que los recortes no lleguen también al deporte profesional, que ha disfrutado de su propia burbuja gracias a las subvenciones y a los patrocinios de índole público. Para colmo, el ciclismo ha enlazado dos crisis: la generada por el dopaje y la actual económica. Y ante semejantes golpes es difícil sobrevivir sin dejar víctimas por el camino.