Amargo camino a Sevilla
Tomás de Cos
Un Rafa Nadal inadaptado, y abandonado por el saque y la derecha, se despidió anoche del torneo de maestros tras ceder en tres sets frente a Ali Tsonga, por 7-6, 4-6 y 6-3.
Se confirmaron las malas sensaciones. En el último partido de la fase de grupos, Nadal no encontró el camino y sufrió una dolorosa derrota. Mucho peor que la encajada ante Federer. El juego nunca acompañó a su competitividad y su capacidad de sufrimiento. Y el desenlace resultó especialmente cruel, con un tercer set desastroso, “nefasto”, con un juego en blanco al servicio como epílogo, tras haber conseguido igualar la contienda.
Nadal maximizó (sin querer) la ventaja que la pista concedía a Tsonga. Jugó en la centelleante pista del O2 Arena con el patrón que le ha hecho invencible en la Phillipe Chatrier. El saque volvió a erigirse en su talón de Aquiles y no se encontró rastro alguno de su mortífera derecha paralela, lo que facilitó mucho las cosas a un tenista con más problemas para desplazarse lateralmente que hacia la red.
Al balear se le vio lento, sin chispa. Especialmente al resto. Demasiados contratiempos para llevar la nave a buen puerto. Incluso en la segunda manga, que nos hizo pensar a todos que íbamos a asistir a una resurrección que no llegó. Tsonga recuperó la calma y la ansiedad se apoderó de Nadal hasta condenarlo. Tiene mucho trabajo por hacer para jugar bien en este tipo de pistas. La tierra batida de ‘La Cartuja’, al calor de sus miles de incondicionales, parece el mejor escenario para curar las heridas. ¡Ánimo campeón!