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Contador, Cancellara, Boonen… El ciclismo sigue vivo

La anterior entrada de este blog se titulaba ‘Una larga agonía’ y trataba sobre el recurso de la UCI al TAS contra la absolución de Alberto Contador. Fernando Llamas, compañero de El Mundo, me recordaba a través del twitter la primera acepción de la palabra ‘agonía’. Transcribo directamente la definición de la RAE: “Angustia y congoja del moribundo; estado que precede a la muerte”. ¡Uff! La muerte, en este caso, podría entenderse en un sentido figurado como ‘la peor sanción posible para Contador’ o en un sentido literal como ‘el hundimiento final o la extinción del ciclismo’. En cualquier caso, le respondí al amigo Llamas que prefería quedarme con la segunda acepción de ‘agonía’. Y vuelvo a transcribir: “Pena o aflicción extremada”.

No creo en la extinción del ciclismo, pero sí en “la extremada pena” por la que atraviesa un deporte tan propenso al canibalismo. El pasado viernes me preguntaron varias veces en una entrevista digital en AS sobre si el caso de Contador suponía el final del ciclismo, al menos en España. Y yo contesté que no, porque sinceramente pienso que este deporte sobrevivirá siempre gracias a los grandes valores que atesora de sacrificio, trabajo, superación personal, solidaridad, disciplina… Independientemente, eso sí, de que durante mucho tiempo vaya a continuar estigmatizado por el dopaje, una pandemia que no sólo no se supo sujetar a tiempo, sino que se consintió y se avivó desde dentro.

Ni siquiera la telaraña del ‘caso Contador’ ha podido atrapar al ciclismo. Como tampoco lo hicieron con anterioridad otros escándalos incluso superiores. El pelotón siempre ha seguido rodando, al margen de quienes se hayan ido quedando por el camino, que en estos últimos años han sido muchos (y algunos muy buenos). La prueba más reciente de que el ciclismo continúa son los nombres de los ganadores que se han inscrito en las carreras de la pasada semana: Alberto Contador, en la Volta a Catalunya; Fabian Cancellara, en el E3 Prijs Vlaanderen; Tom Boonen, en la Gante-Wevelgem, y Frank Schleck, en el Critérium Internacional de Francia.



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Teniendo en cuenta que estamos a finales de marzo, y teniendo en cuenta que otros ilustres como Ivan Basso, Cadel Evans o Philippe Gilbert también se han estrenado ya este año, podemos augurar, pese a los nubarrones, que estamos ante una gran temporada. Porque a estos mismos protagonistas los tendremos en próximas fechas luchando por las grandes clásicas de primavera o por las grandes vueltas.

El ciclismo lucha contra los elementos y, aunque no siempre los venza, consigue que no todas las naves se le hundan. Por eso Contador, un superclase, sigue triunfando a pesar de que el clembuterol haya resucitado amenazante. Y por eso, a pesar de su pésimo recorrido, falto de alternativas, el centenario de la Volta a Catalunya se ha cubierto con cierto lustre y hemos disfrutado de detalles como las dos victorias de Samuel Dumoulin (¡qué ganas tenemos de ver triunfar de nuevo al ciclismo francés!) o la perseverancia con premio final de José Joaquín Rojas. Y por eso la Volta no naufraga, a pesar de que la televisión en directo le haya dado la espalda.

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También hemos asistido esta semana a los Mundiales de ciclismo en pista en Apeldoorn (Holanda), ciertamente devaluados porque muchos corredores están más pendientes de preparar el escaso programa olímpico que otras disciplinas más tradicionales del velódromo. España se ha venido sin medallas, pero al menos nos ha dejado la sensación de que tendremos tres firmes bazas en los Juegos de Londres 2012: el cuarteto de persecución masculina, que aquí ha sido quinto y allá podrá aspirar al bronce, y los representantes del omnium, Eloy Teruel (cuarto) y Leire Olaberria (séptima y accidentada).

Una larga agonía, sí… Pero el ciclismo sigue vivo.