Las actividades de esta semana están siendo intensas e instructivas en el diario AS. En ellas ha habido dos nombres propios del ciclismo: Dori Ruano, con quien pudimos departir en el Foro Pedro Ferrándiz celebrado el pasado martes con motivo del Día Internacional de la Mujer, y Alberto Contador, que nos visitó en la redacción junto a sus inseparables Fran Contador y Jacinto Vidarte para hablarnos de estos últimos seis meses y de su futuro, al que mira con cierta esperanza a pesar de la incertidumbre en la que todavía navega.

Dori intervino en el Foro para explicar y denunciar la discriminación que todavía existe en el ciclismo femenino. La mesa estaba formada por Matilde García, directora general del Consejo Superior de Deportes (CSD); Miriam Blasco, senadora, judoca y primera campeona olímpica del deporte español, y Gisela Pulido, que con 17 años ya suma ocho títulos mundiales en kitesurf. En un momento del debate, nuestra Dori Ruano Sanchón, nuestra campeona del mundo de puntuación en 1998, pidió la palabra para narrarnos algunos de los problemas que sufre en la Escuela Ciclista Dori Ruano-Caja Duero. En Castilla-León, según nos contó, no hay competiciones femeninas propias para ‘sus chicas’ y los premios distan mucho de estar igualados con los masculinos.

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Quizá sea ahí, en la base, donde nos encontremos con la razón de la escasa presencia de nuestro ciclismo femenino. Según los datos que facilitó Matilde García, el porcentaje medio de licencias femeninas en el deporte español es del 19,7%. Pues bien, en el ciclismo resulta que es tan solo del 3,6%. Esta federación pasa por ser una de las de menor participación de la mujer y, desde luego, la más baja entre aquellos deportes punteros del país. Así lo destacó, tristemente, la propia directora general del CSD.

En el ciclismo ha habido grandes referentes femeninos en los últimos años, especialmente la propia Dori Ruano, Joane Somarriba y Marga Fullana, tres campeonas del mundo que se han codeado con las mejores en sus disciplinas. La inercia de sus éxitos ha dejado muy poco poso y actualmente solo hay una ciclista, la bronce olímpica Leire Olaberria, capaz de fajarse con la élite internacional de su categoría, a la espera de la evolución de la muy prometedora Tania Calvo. Leo en una especie de informe colgado en la página web de la RFEC que se ha experimentado un repunte de licencias entre las más pequeñas. Y también observo que hay dos mujeres, Carmen Ramos y Carme Mas, entre los ocho miembros de la Comisión Ejecutiva. Son datos relativamente esperanzadores, pero me temo que todavía hay muchísimo trabajo por delante. Al testimonio de Dori me remito…

Dori nos volvió a recordar también aquella anécdota tan ilustrativa de la desigualdad que ha vivido (y vive) el ciclismo femenino en nuestro país. Fue en los Mundiales de Hamilton 2003, los más gloriosos de la historia para la Selección: oro y plata en ruta para Igor Astarloa y Alejandro Valverde, y oro en contrarreloj para Joane Somarriba. Dori nos relató cómo en una cena, al equipo masculino le sirvieron solomillo, a la par que al femenino le daban filete empanado. Cuando ella y Joane protestaron por el gesto, la respuesta fue: “No digáis nada, que nos quedan dos para vosotras mañana”.

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La palabra ‘solomillo’ generó un rumor y una carcajada generalizada en la sala de la Fundación Ferrándiz. Asociar la carne con el ciclismo comienza a ser tabú. Y así enlazamos con nuestro otro protagonista, con Alberto Contador, con quien compartimos dos horas y media de charla en la redacción de AS. No sólo hablamos de dopaje, también lo hicimos (y mucho) de ciclismo. Y poco se puede añadir sobre sus argumentos que no se haya dicho ya. En el periódico de hoy tienen ustedes tres páginas con un extracto de algunas de las cosas sobre las que allí conversamos.

Más que con sus conocidas explicaciones, en este encuentro me quedé con las percepciones. Contador siempre resulta convincente. Lo ha sido en las conferencias de prensa y en las entrevistas que ha ofrecido durante estos seis meses, y lo es mucho más en el cara a cara. La cita comenzó con ciertas reticencias, diría incluso que con desconfianza, y terminó en un ambiente distendido y cordial. En las distancias cortas, Alberto convence. “Puedo hablar de cualquier cosa porque voy con la verdad por delante, nunca me he escondido y puedo llevar la cabeza muy alta”, nos dijo.

Su mirada sigue siendo transparente, pero, a diferencia de antes, ahora es una mirada triste. Durante el encuentro nos dijo que este caso le ha había dejado “una cicatriz para toda la vida” y que no tenía “ninguna intención de olvidar”. El proceso todavía no ha terminado. Y mientras que el recurso al TAS por parte de la UCI o la AMA penda sobre su cabeza, Contador no va a poder arrancarse ese punzón que aún le atraviesa el pecho.