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Premios Nacionales 2010: razones jurídicas, goleadas y musas

El pasado lunes acudí a la entrega de los Premios Nacionales del Deporte 2010, en el Palacio Real de El Pardo. Traje oscuro o vestido corto, pedía la invitación. Así que opté por lo primero, obviamente. Luego comprobé que tanto la Princesa Letizia como la Infanta Elena iban con pantalones. El protocolo siempre me ha superado. Eché un vistazo a la sala y confirmé que entre los muchos deportes representados, también estaba el ciclismo. Por allí anduvieron Federico Martín Bahamontes y Pedro Delgado, Javier Guillén, Víctor Cordero y Juan Carlos Castaño, los periodistas José Carlos Carabias e Ignacio Romo… En fin: un ramillete selecto.

Eso sí, entre los premiados no había ningún ciclista, salvo que otorguemos esa categoría a Edurne Pasaban, que monta en bicicleta casi a diario y que ese mismo lunes nos confesaba que recientemente había salido a rodar junto a Abraham Olano y David Bisbal (sí, aquel corredor amateur del Yoplait que ahora se dedica a cantar). A la entrada del Palacio te entregan un librillo para seguir la ceremonia, que incluye los historiales de todos los premios. Me picó la curiosidad y busqué a ver quién había sido el último ciclista laureado. Allá vamos…

 

…Y vamos con los premios gordos, que son los que cuentan. Premio Copa Barón de Güell, al mejor equipo nacional: nunca ha premiado al ciclismo, a pesar de que desde 1995 ha sumado cinco oros en Mundiales (aprovecho para recordar que el ADO sí lo considera como deporte de equipo y no individual). Premio Don Felipe de Borbón, al mejor deportista masculino: los últimos galardonados fueron Joan Llaneras (1997) y Miguel Indurain (1995). Ha llovido. Y Premio Reina Sofía, a la mejor deportista femenina: Joane Somarriba (2003) y Dori Ruano (1998).

Bien es cierto que el ciclismo ha recibido otras tres distinciones más recientes, aunque de las consideradas públicamente de rango menor. Alberto Contador obtuvo en 2007 el Premio Infanta de España Doña Cristina como “la revelación más significativa”. ¿Revelación por ganar el Tour de Francia? Samuel Sánchez recogió en 2008 el Premio Infanta de España Doña Elena, por “un gesto relevante de nobleza o juego limpio”, por repartir sus ganancias de 94.000 euros por el oro olímpico con sus cuatro compañeros de equipo. Y, en 2009, la Vuelta a España fue honorada con la Copa Stadium, por su “promoción y fomento del deporte”.

 

No nos engañemos. Al ciclismo no le cae ningún premio gordo desde 2003. Y no porque no haya hecho méritos deportivos, pues desde 2004 ha acumulado, entre otros éxitos, cinco triunfos en el Tour de Francia, tres en la Vuelta a España, tres en la Milán-San Remo, dos en la Lieja-Bastoña-Lieja, uno en el Giro de Italia, un Mundial, un oro olímpico, una Flecha Valona, una París-Tours… La pregunta es: ¿por qué esta amnesia desde 2003? Si se rasca un poco en los acontecimientos, resulta que 2004 fue la fecha en la que Jesús Manzano hizo sus escalofriantes denuncias en AS, precedente de la aprobación de la ley antidopaje y de las grandes operaciones policiales que vinieron después (Puerto, Grial y Galgo).

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Si se confirma que el dopaje es la explicación de que los ciclistas hayan sido olvidados en los premios gordos, ya me quedo más tranquilo. Sí, he dicho bien: me quedo más tranquilo. Porque resulta que hace apenas tres semanas el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo aquello de que “no hay razón jurídica para sancionar a Contador”. Y su opositor, Mariano Rajoy, se manifestó en el mismo sentido. Así que entiendo que si no hay razón jurídica para esa suspensión, mucho menos la habrá para darle el Premio Nacional del Deporte o incluso el Príncipe de Asturias a un ciclista. Si el miedo es que luego se vean inmersos en algún positivo o en alguna trama de dopaje, tampoco hay que preocuparse: en el palmarés están Alberto García (2004) y Marta Domínguez (2009), con los que parece que no se tomaron tantas precauciones.

El caso de Contador fue uno de los motivos de conversación en los corrillos del Palacio de El Pardo. Se habló de la imagen (mala) que se estaba proyectando en el exterior, de los posibles recursos de la UCI y de la AMA (por cierto, una entidad premiada en 2005), de si hubiera sido más conveniente un año para acallar críticas, de cómo afectará este escándalo en el rendimiento deportivo del ciclista… Opiniones diversas.

Mucho más comentado en la sala fue un asunto que afecta al ciclismo sólo de refilón: el expediente que el COE ha abierto a José Luis Sáez. Comoquiera que 54 de los 59 presidentes de federaciones han firmado en contra de Sáez, y comoquiera que allí acudieron bastantes de ellos, no es difícil de deducir de qué parte estaban los presentes. De hecho, por allí circuló la siguiente chanza: “Blanco ha goleado a Sáez por 54 a 5”. Aunque teniendo en cuenta que uno de los no firmantes era el propio Sáez y de que a Juan de Dios Román (balonmano), que tampoco rubricó el manifiesto, se le vio dando un significativo abrazo al presidente del COE, pues hasta ese resultado se juzgaba como corto.



Ahora bien, ni Contador ni Sáez (ausentes en el acto) fueron los reyes de los corrillos. El asunto estelar lo centró el encanto que irradiaron dos de las premiadas, Edurne Pasaban y Luciana Aymar. Dos musas. Como tuve la oportunidad de hablar con ambas, puedo dar fe del hechizo que desprenden. Aquí, y sin que sirva de precedente, sí hubo consenso en el Palacio.