Kaká es un profesional impecable. Sé que muchos dudaron de que así fuera tras sus 43 días de desesperante ausencia, pero el brasileño no fue el culpable de que el club optase por no dar excesiva luz y taquígrafos a un proceso de recuperación que ha resultado fatigoso y digno de un capítulo de ‘Supervivientes’. Kaká se pasó ocho horas diarias trabajando ese adductor contracturado y esa pubalgia que hay veces que está, otras que no… El caso es que Kaká asumió en Zaragoza que debía abandonar el Centro Médico y dar la cara. Y lo hizo con grandeza, lo mínimo que se podía esperar del Balón de Oro de 2007 y de un jugador que ha costado 67 millones de euros (sólo Cristiano y Zidane han sido más caros en la historia del club). El ‘8’ aprovechó sus minutos de La Romareda, y eso que jugó infiltrado, para dejar claro que no se va a reservar para el Mundial y que en estas últimas jornadas va a ir a muerte para ayudar a ganar esa Liga de los 98 puntos que pasará a la posteridad por batir todos los récords conocidos en la competición.
Kaká debe tomarse su segunda temporada en el Madrid como un banderazo de salida. Con 28 años, su madurez personal y futbolística debe llevarle a dar otra imagen más cercana a la que consideramos de un crack. Kaká debe reconquistar el Bernabéu y la mejor manera es convertirse en un jugador determinante y decisivo, como lo es Cristiano Ronaldo o lo es Higuaín. El próximo curso no habrá excusas ni físicas ni mentales. Ya estará adaptado a la ciudad y su cuerpo debe mostrar su mejor versión para que el Madrid empiece a amortizar su inversión en él. Pero lo primero que le aconsejo es que le cierre el twitter a la mujer. Es un peligro. Ella dice lo que siente y lo que piensa, lo que le va a traer muchos quebraderos de cabeza. Y sino, al tiempo…