Raúl gestiona bien sus horas más difíciles

Raúl gestiona bien sus horas más difíciles

En tantos años he conocido muchísimos futbolistas, y sé bien cuánto les cuesta asumir el final. Les cuesta porque no se ven como les vemos los demás. Entrando en los treinta, con la sangre fuerte, muchos años tratados como héroes, les cuesta asumir la decadencia. Esa decadencia, además, es más difícil de ver en fútbol que en otros deportes. Que en el baloncesto, tan estadístico; o no digamos ya el atletismo, donde las centésimas son jueces inflexibles. El jugador decadente siempre puede pensar que con otra táctica, con otra suerte, con otro entrenador... No le resulta tan evidente el hecho de que ya no está para la élite.

En ese tramo difícil ha comparecido Raúl ante la prensa, con toda dignidad. Está detrás de Higuaín y de Benzema que, a su vez, y según se van repartiendo los papeles, se reparten un puesto. Así que está tercero para uno de los once puestos del equipo, una posición que le relega mucho en la plantilla. Pero está. Cuando ha tenido que salir al final, ha salido al final. Cuando ha tenido que calentar y regresar al banquillo sin jugar, lo ha hecho. Cuando ha podido salir desde el principio, como el otro día, en Riazor, por la falta de Higuaín y Cristiano, ha buscado el gol con ahínco, y hasta lo ha rozado, aunque no marcara.

Ayer lo contó son sencillez: "Sabía que este momento tendría que llegar". Claro, a todos les llega. Es el fin de un ciclo biológico, el ocaso de ese privilegio que supone ser y sentirse futbolista profesional. Por la misma puerta por la que antes salieron Di Stéfano, Gento, Amancio, Pirri, Butragueño, Michel y tantísimos otros, tendrá que salir él. Mientras eso llega, es edificante ver la dignidad con que gestiona la espera, acechando la oportunidad de jugar con su ambición de siempre, silenciando su frustración cuando le toca ser suplente. Buena gente este Raúl. Buen futbolista, desde luego, pero también buena gente.