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Una derrota dolorosa

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Tomás de Cos

Rafa Nadal cayó en su debut en el O2 Arena ante un contrario incómodo: Robin Soderling, el agresivo tenista sueco con el que Nadal mantiene una tensa relación desde Wimbledon 2007 y que le propinó la primera derrota en Roland Garros. Soderling fue mejor que el balear. En casi todo, aunque tampoco por una gran diferencia.

El de Tibro también se tensiona mucho cuando se enfrenta a Rafa Nadal. La pista jugaba muy a su favor y conocia y ejecutó bien la táctica con la que hacer daño al balear. Como ya hiciera Del Potro, buscó siempre la derecha cruzada de Nadal con profundos y potentes tiros planos para hacerle jugar por detrás de la línea de fondo. Y no dudó en rematar los puntos en la red cada vez que Nadal le dejaba una bola corta. Aunque no es un voleador nato, el sueco es grande, cubre bien la red y suele subir con garantías. Aún así, a Soderling se le vio algo atrapado mentalmente por momentos y sin la frescura de sus mejores días. Pero ganar a Rafa le motiva y puede dar alas a su confianza.

Nadal ya avisó de su escasa confianza el día antes de salir a la pista. Una verdad que se evidenció sobre la cancha. El servicio volvió a ser su cruz y la derecha, su mejor arma, se quedó en pólvora mojada. Demasiado liftada y corta, permitió una y otra vez que el gigante sueco se montara sobre la pelota para devolver un zambombazo. Tanto de drive como de revés. A Rafa no le corrió demasiado la pelota porque la retuvo en exceso en la raqueta con el efecto y jugó dejando el peso atrás. Demasiado defensivo, facilitando el juego pegador de su enemigo. Es lógico que busque reencontrarse con sus sensaciones a través de lo que mejor sabe hacer. Pero si no cambia su forma de jugar, lo pasará mal ante Djokovic y Davydenko, dos tenistas que matan antes que alejarse de la línea de fondo.

Sí hizo bien en bajarle la pelota al sueco con el revés cortado. Quizás incluso debió hacerlo más, para recuperar la iniciativa en el punto y para variarle las alturas al sueco, que tiene en la movilidad su tendón de Aquiles. Bien colocado y en una pista tan rápida es casi invencible. Es necesario sacarle de la zona en la que se encuentra cómodo y tratar de no repetirle demasiados tiros. Eso sí, no hay duda de que cuanto escribo aquí ahora, Nadal lo sabía de antemano. Luego hay que ser capaz de hacerlo en pleno bombardeo. Su proceso de mejora es lento pero efectivo y estará perfecto para ofrecernos -ganará sus dos puntos- la cuarta Ensaladera de Plata. Hasta entonces, tendremos que seguir sufriendo.