Cuerpos perfectos, culos caídos

Ante un grupo de fotografías de modelos en bikini las reacciones son variopintas. Los cuarentones tendemos hacia lo neumático, sea natural o artificial, que una inversión bien hecha nunca debe ser criticada. Los más jóvenes prefieren la escalada libre sobre paredes lisas tanto en la cara norte como en la sur. Si una mujer entra en el debate casi siempre elegirá a la más sosa de la colección argumentando que la belleza está en el interior y aludiendo a una frescura natural que no tiene nada que ver con lo que un hombre entiende por frescura…
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Porque por mucho que se busque a la mujer perfecta nunca terminaremos por ponernos de acuerdo. Conozco a alguien que critica sin piedad a la Bündchen (aquí a mi derecha) como una delgaducha sin gracia. Por algo dicen que siempre hay un roto para un descosido.
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Todo esto viene a cuento por la multitud de análisis de pretemporada que estoy leyendo y que me ponen la cabeza como un bombo. La gente une narices con ojos, líneas de ataque con secundarias, cacharras con caderas, equipos especiales con receptores y decide si un equipo aspira al título de Miss América o necesita un lifting con urgencia.
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Pero luego todo es mentira. El año pasado, por estas fechas, para la mayoría el RB Willie Parker era la única esperanza de un ataque en el que Big Ben no iba a estar bien defendido por su línea. La defensa, además, tenía unas bajas importantísimas así que sería un año de transición para los Steelers. ¡Toma castaña! Willie Parker se pasó la mayor parte de la temporada lesionado y los Steelers llegaron a la Super Bowl casi sin oposición dentro de su Conferencia.
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Lo de los Cardinals es aún mejor. Su defensa era, literalmente, una cagarruta para todo el mundo. Su única opción pasaba por jugar en la peor división de la Conferencia Nacional. Cuando se clasificó para Wild Cards serían eliminados a la primera porque su defensa era una cagarruta. En play off iban a ser destrozados porque su cagarruta de defensa no daba para más. Y en la final de Conferencia los Eagles se iban a comer a la cagarruta, a Warner y a todo individuo con casco blanco que fuera tan insensato como para bajar al césped. ¡Una mierda cagarruta! ¡A la Super Bowl! Eso sí, perdieron porque, ya lo habíamos avisado, su defensa...
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Los Patriots iban a volver a ganarlo todo pero si uno miraba con lupa, fuera de su QB y de su cuerpo de receptores el rostro de la modelo de Boston estaba bastante ajado y en el cuerpo se notaba el paso del tiempo y la fuerza de la gravedad. Pero nadie dijo ni pío hasta que Brady se lesionó sin darnos tiempo a sintonizar la televisión. Ese día todo el mundo descubrió las arrugas, los achaques y los pezones a la altura del ombligo. Pero, ¡amigo! Llegó Cassel, el maestro Belichick sacó del armario el kit de maquillaje y los pechos de la desahuciada volvieron a estar en punta mirando al sol. Y gracias al cielo que a pesar de sus once victorias se quedaron fuera de la batalla final, porque la bruja embadurnada de potingues hubiera provocado el pánico en los camerinos de la final del concurso de belleza.
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Otro ejemplo fueron Ravens o Falcons que en pretemporada parecían demasiado jóvenes como para tener aspiraciones. ¡Vaya con las jovencitas! Cuando llegó el momento de la verdad supieron sacar partido de todas sus virtudes, pusieron la fiesta patas arriba y dejaron obnubilado al personal.
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Por ejemplo, para mi gusto la tía buena de la NFL en la última década vivía en Philadelphia. Los Eagles eran la perfección en todas sus líneas y su equipo de estilistas era capaz de convertir en una montaña rusa de exuberancia cada una de las curvas del equipo… pero la modelo tenía un grano en medio del puñetero trasero. Y cada vez que se quedaba con el culo al aire se perdía la magia. Lo curioso es que en los últimos dos años el grano en el culo ha supurado y por fin vive en armonía dentro de un cuerpo… que lamentablemente ha empezado a desmoronarse por el cruel paso del tiempo. Los Eagles deberían haber sido la auténtica dinastía del siglo XXI pero de todo esto hablaré en otro artículo, que este tema recurrente es de mis favoritos.
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En la NFL juegan los mejores de los mejores. No hay narices de bisonte, ni ojos de pulga, ni bocas de besugo ni orejas de Dumbo (si exceptuamos a Jay Fiedler). Yo sólo he visto un jugador auténticamente malo en más de veinte años. Era un quarterback con apellido italiano, un tal Graciani, que luego, curiosamente, fue una estrella casi mítica en la Arena Football League, así que tan malo no debía ser.
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Esto lo digo porque dentro de un nivel muy alto, en el que casi todo el mundo tiene vocación de gran estrella, es muy atrevido descartar a ningún equipo a las primeras de cambio. Cualquier jugador profesional de la NFL puede resentirse del paso de los años y las lesiones pero, por talento, sólo la vida personal puede apartarle de la posibilidad de jugar una Pro Bowl. El ejemplo vivo son los Patriots que ganaron tres Super Bowls y llevaron al partido de las estrellas a jugadores que no hubieran sido titulares en prácticamente ningún otro equipo de la NFL; y que ahora son auténticas leyendas.
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Otro ejemplo; el año pasado los Detroit Lions comenzaron la temporada con Calvin Johnson y Roy Williams como receptores. ¡A ver que modelo de la NFL tenía dos melones mejor puestos! ¿Cómo sujetar una pareja tan descomunal? 0-16 y Roy Williams a Dallas para sustituir en una delicada operación de cirugía estética la ajada teta ya corrupta de Terrell Owens. Hay que decir que aquí nadie se equivocó. La modelo de Detroit tendría unos pechos descomunales pero el resto del cuerpo era como para taparlo con una sábana para que no se rompieran los espejos.
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Por tanto, y después de tirarme un rato largo escribiendo marranadas, afirmo, sin temor a equivocarme, que todos los defectos que veis en los equipos no son tales, que es suficiente con tener un buen equipo de estilistas para que un ñu parezca un adonis, o que alguien se rompa una pierna para que todo el tinglado se venga abajo. Por eso, los análisis de pretemporada hay que leerlos como lo que son: pajillas mentales de enfermos que ya no se aguantan las ganas de contemplar a sus bellezas favoritas paseando en porretas y comienzan a fantasear como auténticos maniacos.
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¡Mirones, que sois todos unos mirones!