MESSINA_BLOG
O la primera buena noticia en mucho tiempo. Ettore Messina es el capitán general que debe comandar el regreso del Real Madrid. El regreso a la elite pero sobre todo el regreso de la ilusión. Héctor, como se define con un excelente sentido del humor por sus duelos con Aquiles: Obradovic, que por cierto le volvió a ganar por la mano en la Final Four de Berlín. Obradovic, causa de problemas matrimoniales en el hogar de los Messina cada vez que la esposa de Ettore le recuerda que él es “un buen entrenador, pero que Zeljko es mejor”. Obradovic y Messina; Messina y Obradovic. Seguramente las dos grandes referencias de los banquillos en el continente europeo, con permiso de muy pocos más (yo no situaría lejos a Aíto). Uno, el serbio, fue el último en llevar al Real Madrid a la cima del baloncesto europeo (1995, demasiado ha llovido…). Al otro, al italiano, le toca ahora. Devolver al equipo blanco a la gloria y hacer que si se repite el duelo, esta vez gane Héctor…
…Aunque pensar en esto es ir demasiado lejos. Es pensar en un adulto robusto e imponente cuando lo que todavía hay entre manos es un bebé recién nacido, un retoño que llega, eso sí, cargado de promesas y optimismo. Y ese es el gran acierto de Florentino y el nuevo hombre fuerte del baloncesto blanco, Antonio Maceiras: devolver la ilusión. Porque la temporada que acaba de terminar ha supuesto un desgaste terrible para el ánimo de la afición no tanto por la ausencia de títulos y de peso en los momentos importantes de la temporada sino y sobre todo porque esto no fue una sorpresa para nadie. Se esperaba un Real Madrid mediocre y mediocre fue el Real Madrid para desesperación de todos y ante la desnudez de Herreros y Antonio Martín en los despachos y Joan Plaza en el banquillo. Se pusieron parches, se buscaron excusas, se redujo la exigencia y se maquilló todo con la próxima esperanza (“la temporada está planificada para rendir en los momentos decisivos…”) hasta que ya no quedó ninguna. Hasta que el Real se vio fuera de la final de la ACB después de haber estado fuera de la Final Four y fuera de las semifinales de Copa. Y lo peor, insisto, es que a nadie le sorprendió. Se perdieron cuatro partidos en cinco enfrentamientos con el Barcelona entre las tres competiciones y, por supuesto, aquello no era más que la manifestación natural de la terrible superioridad del proyecto y la plantilla del gran rival, al que el Real Madrid nunca debería mirar desde tanta distancia, desde el complejo.
El Real Madrid era, simplemente, un equipo mediocre. Esforzado, corajudo y con corazón de león, desde luego, pero mediocre. Pero tanto corazón y tanto espíritu (ahí quedan la racha de remontadas del ecuador de la temporada) sólo sirvieron para estirar la vida unas pocas bocanadas más. Tarde o temprano, tenía que llegar la cruda realidad. Y llegó disfrazada de Barcelona (Copa), Olympiakos (Euroliga) y Tau (ACB). Equipos en el trono del primer nivel europeo, el que apenas veía de lejos este Real Madrid extraviado.
Porque el Real Madrid 2008/09 fue un proyecto que nació bajo sospecha, condenado. Sin el margen de maniobra económica de los que deberían ser sus rivales, se movió con la agilidad de un elefante y los reflejos de un sonámbulo en los despachos. Metió músculo en el equipo pero se le olvidó el cerebro, la calidad, los centímetros. Los parches fueron retales (Van den Spiegel, Winston) y los fichajes americanos del verano, relleno. Poco más que fondo de armario pero nunca pilares para un equipo de la teórica exigencia del Real Madrid. Lapidario fue el fracaso de Hosley.
Joan Plaza, por su parte, decantó la moneda hacia la cruz tras un año de ensueño y otro de pesadilla. Bajo su batuta el equipo marchó de trompazo en trompazo, algún rayo de luz de vez en cuando entre muchas sombras, hacia la derrota final. En su debe queda la mala gestión de la plantilla, la dosificación mal medida, sus extrañas rotaciones y su desquiciante reparto de minutos y protagonismo, la falta de mano derecha en la gestión emocional de los temperamentos más complicados del vestuario y un sistema de juego cada vez más afeado y fiado a exhibiciones titánicas de sus verdaderas estrellas, ya fuera por fuerza (Felipe Reyes) o clase (Bullock).
Los dos citados parecen, junto a Llull, lo único aprovechable de la plantilla. Son las consecuencias del desahucio y el derribo. Y eso contando con los 33 años de un Bullock fundido en tantas luchas solo contra el mundo en finales apretados. Y contando con lo agotado que llegó Felipe al final de la temporada tras pasar demasiado tiempo obligado a rendir en niveles de súper hombre. Y contando con las carencias todavía visibles del base menorquín, concentradas en la lectura del juego en cinco contra cinco, en el poso que da la experiencia.
MASSEY_BLOG
En el resto sobran dudas o, lo que es peor, certezas. Hervelle, tras una progresión que le acercaba a la elite de ala-pívots del continente, ha vivido un año desértico en el que se ha mezclado la perdida de confianza y peso específico asociada a la propia política de fichajes con una canalización cada vez peor de su carácter volcánico. Demasiadas luchas fútiles y lectura demasiado alocada del juego. Su lugar en la plantilla podría estar en entredicho si se concreta el fichaje de Velickovic. Raúl también se ha especializado en mostrar todas sus virtudes (fases de deslumbrante capacidad ofensiva) y todas sus carencias (defensa, consistencia), y en la cuenta de Plaza queda también que, un año después, sigamos sin saber si Marko Tomas es un jugador válido para un equipo como el Real Madrid, atrapado entre sus indudables facultades y su descorazonador carácter ciclotímico. Además, el Real Madrid ha arrastrado la fragilidad e inconsistencia mental de Mumbrú, los ‘casos’ Hamilton y Pepe Sánchez o las limitaciones de Massey, demasiado corto de centímetros y demasiado tacaño en cuanto a calidad para poder ser considerado un jugador importante en un Real Madrid que de verdad quiere, como ahora parece que quiere, volver a ser una referencia en la ACB y un contendiente en Europa.
La gran esperanza blanca
49 años. Italiano. Acostumbrado a grandes retos, ya sea sustituir a Mike D’Antoni en Treviso o relanzar a un coloso como el CSKA. Cuatro veces campeón de la Euroliga, una Copa Saporta e incontables títulos a nivel nacional en Italia y Rusia; plata en el Eurobasket del 97 como seleccionador de Italia. Mejor entrenador de la Euroliga en 2006 y 2008 y, desde ahora, portador del estandarte de ilusión de renovada del Real Madrid. O dicho todo esto en dos palabras: Ettore Messina.
Un tipo que rondó el Barcelona hace apenas un año, que ha flirteado con la NBA y que es un meticuloso experto del trabajo defensivo. Así son los equipos de Messina: defensa salvaje e individualidades demoledoras en ataque. Baloncesto no siempre vistoso pero cuidado, trabajado hasta el máximo en el aspecto táctico. Todo nace y muere en una defensa frenética que asfixia a los rivales en la línea exterior, que revienta las líneas de pase, estropea las transiciones, multiplica las manos al robo de balón, envía al contrario a jugar cada vez un poco más lejos de la zona primero, de la línea de tres después… presión a toda cancha cuando es necesario y en ataque versatilidad por fuera y fuerza por dentro, control, sentido colectivo, cuidado de la selección de tiro y, en caso de apuro, jugadores capaces de dar un paso adelante.
Y ahí radica otro motivo para la esperanza de los aficionados del Real Madrid. Si llega Messina, habrá un buen equipo. Porque un entrenador como él no se embarca en un proyecto sin unas garantías y una suficiente capacidad económica para construir una plantilla a su medida. Y en sentido inverso, porque esa inyección económica está en buenas manos bajo la supervisión del italiano y de Antonio Maceiras.
VELICKOVIC_BLOG
El Real Madrid trabaja en las (opinables, sobre todo en el caso del primero) renovaciones de Mumbrú y Raúl López y trae como herencia del periodo anterior a Oleson, un fichaje a precio de estrella (y en el puesto de Bullock) que promete por su muñeca pero deja dudas por la falta de experiencia para jugar al máximo nivel, en un reto del tamaño del que le espera a este equipo. Y sobre todo trabaja en un cuidado repaso del mercado, peinando cada alternativa y en busca, esta vez sí, de piezas de caza mayor. El primero que está al caer es Velickovic, un jugador con una proyección excelente. Y suenan infinidad de nombres, desde asesinos de guante blanco como Kaukenas a veteranos pívots NBA como Nesterovic. Se tanteó a Bourousis, que prefirió seguir en El Pireo, y aunque Messina insista en no tensar la relación con su ex equipo, los primeros rumores veraniegos han situado en la órbita blanca a todas las estrellas del CSKA: de Holden y Langdon a Smodis y Siskauskas. Nombres, casi todos los citados, que sí encajan en la construcción de un proyecto ganador, de primer nivel. Un proyecto que de entrada ya inspira confianza a sus aficionados y temor a los rivales por el nombre de su ideólogo: Ettore Messina. Héctor a la eterna caza de Aquiles.
