Esto ya no es cosa de dos
Tomás de Cos
La consolidación de Novak Djokovic (Belgrado, 22-05-87) como alternativa al dominio de Federer y Nadal en los últimos años era una crónica anunciada. Su increíble 2007 (ganador en Adelaida, MS Miami, Estoril, MS Canada y Viena y finalista en el MS Indian Wells y el US Open) junto a su desparpajo sobre la pista en los momentos delicados, le situaban ya con un pie al otro lado de la línea que separa a los buenos de los superiores. Y con su espectacular arranque de temporada ha dado otro salto cualitativo en su tenis.
Vive en estado de gracia y la confianza que tiene depositada en sus propias posibilidades es infinita. Ya sabe ser autoritario sobre la pista. Tras el resurgir del irregular Mardy Fish en el segundo set de la reciente final de Indian Wells, y con 0-40 con su servicio, finiquitó cualquier atisbo de presión con tres saques directos consecutivos. “Chaval no te hagas ilusiones” pareció pensar para sí mientras despertaba a su rival del sueño de estrenarse en un Masters Series.
El serbio, que abandonó su país rumbo a Alemania (ingresó en la Niki Pilic Academy) con doce años, sigue con su ascenso hacia la cima del tenis mundial. Desde el tercer escalón del ranking de la ATP ya acecha a Nadal, del que le separan 445 puntos, y lidera la Carrera de Campeones gracias a sus triunfos en los dos torneos más importantes disputados hasta la fecha en la presente temporada: el Abierto de Australia y el Masters Series de Indian Wells.
Djokovic es el abanderado de una generación de grandes talentos (Baghdatis, Gasquet, Berdych y Murray) y su irrupción recuerda mucho –como su gesto al servir- al del australiano Lleyton Hewitt en 2001, cuando también contaba con 20 años. En su primera temporada completa, en 2005, acabó en el nº 83 de la clasificación, siendo el tenista top 100 más joven con 18 años y 5 meses. En la segunda, en 2006, ya estrenó palmarés (Amersfoort y Metz) y finalizó como nº 16. En 2007 finalizó tercero tras imponerse en dos Masters Series y disputar su primera final de Grand Slam. Su inicio de 2008 es deslumbrante y muchos empiezan a temer que pueda superar a Rafa Nadal antes de que el mallorquín vea cumplido su deseo de adelantar a Roger Federer.
Djokovic es también, junto a sus compatriotas Ivanovic y Jankovic, el mejor embajador serbio en el mundo. Una generación de tenistas criados en el exilio (en Alemania, Suiza y Estados Unidos, respectivamente) que gracias a sus éxitos se han convertido grandes estrellas y en señas de identidad de un país sin tradición tenística en las últimas dos décadas. El propio hecho de no tener un respaldo detrás “nos ha hecho más fuertes y que apreciemos más las cosas”, señaló el propio ‘Nole’ en la entrevista concedida a la revista ‘Deuce’.
Pero los milagros no existen en el mundo del deporte. Y menos en uno individual y con semejantes exigencias físicas y técnicas. Djokovic es un tenista muy preparado desde todos los puntos de vista. Pocos gozan de su flexibilidad, su velocidad en carrera, su coordinación y sus poderosos golpes. Sirve muy bien, apenas hay diferencias entre su derecha y su revés, es muy agresivo, no regala una bola y tiene un acentuado carácter ganador. Y su madurez le llevó a entender, con sólo 19 años, que debía mejorar su juego en la red para poder quebrar el binomio Federer-Nadal. Para ello y de la mano de su inseparable Marian Vajda, acudió a un experto doblista como Mark Woodforde para conocer los secretos del arte de la volea.
Pero además, el vilipendiado serbio –por sus imitaciones a Roddick, Nadal o Sharapova... ¿qué se debería haber dicho por lo mismo del sueco Jonas Bjorkman o del checo Radek Stepanek?- también está preparado para la vida fuera de las pistas. Tiene un perfil mediático gracias a su pícara sonrisa y su descaro: ha participado en shows de moda y no ha dudado en acabar alguna fiesta en ropa interior. Además, habla cuatro idiomas (serbio, inglés, alemán e italiano y chapurrea el francés), le encanta la música y leer a Paulo Coelho. Cuestión aparte es su gusto por el riesgo. Como Federer es un gran esquiador, pero está obligado a tener las tablas aparcadas para evitar lesiones.
‘Nole’ es un fenómeno. Con y sin raqueta en la mano. Desde la humildad y en su momento de forma más bajo de la pasada campaña, allá por el mes de noviembre, declaró: “No puedo decir que vaya a romper el dominio… (Federer-Nadal) pero seré un peligro en el futuro”. Dicho y hecho. A él parece destinado el honor de acabar con la rivalidad entre el suizo y el español. El tenis ganará emoción y adeptos. Porque si grande fue la rivalidad entre Agassi y Sampras, más aún lo fue la de los tríos Borg-Connors- McEnroe, McEnroe-Connors-Lendl o Lendl-Becker-Edberg, en la década de los ochenta. En un momento de dudas en el tenis de 'Mr Perfecto' y del ‘toro español’, se agradece la llegada de ‘Djoker’. Y ojo con Murray que ya ha comenzado a llamar a la puerta.