“Ojalá que la hija de Rossi corra en moto”
Patricia Pita, de 34 años, regresa por segunda vez al Dakar con un proyecto ambicioso. Da el salto a la categoría reina con Astara y ahora el sueño, se ha hecho realidad.
Hay quien recomienda no volver al lugar donde se ha sido feliz, pero siempre habrá excepciones que cumplan con esa regla. Y la de Patricia Pita (Uruguay, 34 años), es una de ellas. La primera uruguaya en correr un Dakar asumió que detrás de un volante está su lugar y a pesar de que la frustración y los prejuicios intentaron frenar su progresión antes de tiempo, les fue imposible conseguirlo. Tan sólo un año después de su estreno en el rally más duro del mundo Pato, como la conocen en el ámbito deportivo, da el salto a la categoría reina junto a Astara. La uruguaya deja atrás los problemas de la vieja escuela y mientras que desea que “la hija de Valentino Rossi corra en moto”, continúa con un camino que es el eje de su vida gracias a su padre... y los ídolos de su padre.
El año pasado hizo historia al convertirse en la primera mujer uruguaya que participaba en el Dakar. ¿De dónde le viene esta afición?
Nací en Uruguay y vengo de una familia ‘fiorrera’ como decimos nosotros. Mi papá es piloto, mi tío también, y el rally ha sido nuestro estilo de vida. Es lo que mejor define a los Pita. Desde muy chiquitita acompañé a mi papá en toda su carrera deportiva, ha sido un excelente piloto. Es una leyenda en vida en el Rally nacional en Uruguay y desde que tengo memoria en casa se habla de rally, se respira rally, se prepara el coche y se va a las carreras. Crecí ahí y la verdad es que mi papá fue mi ídolo de pequeña, le veía a él vivir tan apasionadamente este deporte que quería vivir lo que él estaba viviendo. La realidad es que no había mujeres en el automovilismo en Uruguay como piloto y empecé a correr a los 24 años. Fui la primera mujer en Uruguay y ahí comenzó este camino y esta pasión que es el eje de mi vida.
No sé si le gustan las motos...
Pues mira cuando tenía 15 años le dije a mi papá que quería hacer motocross, pero me sentó y me dijo ‘moto en esta casa es mala palabra’. Nunca me dejó subirme a una moto y me quedé con las ganas.
Se lo comentaba porque Valentino Rossi, cuando iba a ser papá, dijo que era una buena noticia que fuese niña porque así no se dedicaría a las motos. En su caso, ¿le puso algún problema su padre cuando le dijo que quería ser piloto?
(Risas). Bueno... yo no empecé antes porque mi padre no me dio esa posibilidad. Muchos miedos se le venían a mi padre, lo primero porque no había mujeres y después también por la parte económica. Nosotros éramos una familia trabajadora, de clase media, con un taller mecánico y si para papá era difícil correr... sostener dos coches de carreras era demasiado. Pero obviamente mi papá también es de la ‘vieja escuela’ y tenía algo de prejuicios, aunque también le daba mucho miedo ver a su hija, la más pequeña de cuatro hermanos, en ese ambiente tan masculino. Esa fue mi primera barrera, pero a día de hoy mi padre es la persona más orgullosa de mí. Él cambió muchísimo su manera de ver a la mujer y ahora las apoya en todos los aspectos. Pero ojalá que la hija de Valentino Rossi corra en moto (risas). Seguramente a él también le toque pasar por ese momento.
Si ya presenta dificultad dedicarse a nivel profesional al automovilismo, ¿cuánto lo es siendo mujer?
No ha sido fácil. Los primeros años en Uruguay tuve que lidiar con muchos prejuicios y no tuve tampoco base en otra disciplina como tienen los pilotos en otras áreas del automovilismo, y eso me llevó a tener que ir aprendiendo mientras iba compitiendo. Razoné que el proceso de aprendizaje lo tenemos en todo lo que vayamos a hacer, no lo podemos pasar por encima pero sí podía buscar la manera de acelerarlo. Ahí se me ocurre mudarme a Córdoba, en Argentina, que es la cuna del rally en latinoamérica, buscando una variedad más amplia de tipos de suelo. Comencé el Rally Cordobés donde también fue la primera mujer piloto (uruguaya, como en el Dakar) y de ahí pasé al Rally Argentino. Eso fue lo que me terminó de dar mucha experiencia desde el punto de vista técnico y constructivo y la realidad es que el rally ha sido gran parte de mi vda.
Seguro que ha pasado por momentos complicados...
A finales de 2021 tuve un par de años de tregua porque mi mamá tuvo unas operaciones y quise acompañarla, al final ella era la gran responsable de que yo esté aquí ahora. Volví a correr después de la pandemia en un momento de frustración porque corría en un rally nacional donde debería estar peleando por el campeonato pero el coche se me rompía constantemente. Pasé de querer dejar de correr a pensar ‘cómo voy a dejar de correr sin intentar cumplir mi sueño’. Siempre había sido correr el Dakar y ahí empezó una campaña que comencé a principios de 2022 que se llamó ‘Pato camino al Dakar’. Fue un camino muy difícil, me costó muchísimo conseguir presupuesto. Crowdfunding, vendí rifas, los esponsors aparecieron muy encima de la fecha del Dakar... pero logré llegar con un equipo que era la primera vez que iba y tenía un presupuesto bajo. Fuimos sin asistencia en carrera y nos conocimos todos en el aeropuerto, pero aún así hicimos buena carrera y eso es lo que me abrió las puertas en estar en este gran proyecto. Es un sueño en el que no había pensado y me está tocando vivir.
Quiere decir que pasó de plantearse la retirada a pensar en el Dakar.
La razón por la cual quise dejar de correr no fue porque no quisiese pilotar, sino porque era difícil encontrar presupuesto. Nunca tenía el coche preparado de la mejor manera e iba a las carreras pensando que podía conseguir el podio y al final el coche se me rompía. Esa fue en realidad la mayor frustración que he tenido en mi carrera. Me cansé y fue como ‘¿realmente estoy cansad de esto?’, pero me di cuenta de que siempre que estoy detrás de un volante estoy en mi lugar. Es mi lugar de paz y de felicidad. Es muy, muy difícil tener una relación para toda la vida, pero esta pasión aquí la tenemos. Normalmente cuando te frustras es por otras cosas y no por estar arriba de un coche. La motivación, al menos en mi caso, siempre es conmigo misma. No rendirme para mi es como una ley y siempre haré todo lo posible por salir adelante. Incluso en esos momentos de decir ‘me cansé, estoy frustrada’, pienso que hay que aferrarse a lo que uno ama y yo lo que amo es correr.
¿Se esperaba crecer dentro del automovilismo de la manera en la que lo ha hecho?
Siento que todo esto es una especie de recompensa a todo el esfuerzo, pero ahora toca hacerlo bien. Es un desafío muy grande para mí a nivel personal. Por la poca experiencia que tengo en cross country, este es un coche potente pero que también presenta un desafío impresionante en las dunas. A pesar de todo estoy feliz, agradecida de todo el camino que he recorrido y todos esos desafíos que he ido superando y que ahora me permiten estar aquí. Ahora tengo que hacerlo lo mejor posible porque estoy más que agradecida de compartir este proyecto con Laia (Sanz). Ella ha sido una referente para mí, una mujer que me ha inspirado y que hoy esté dándome consejos vale más que todo.
Ha repetido muchas veces la importancia de tener a Laia Sanz en el equipo. Pero, ¿fue complicado para usted encontrar a alguien con el que dijese ‘yo quiero ser como...’?
Cuando era pequeña no tuve referentes. Mis ídolos eran mi papá, Gustavo Trelles, obviamente porque es nuestro piloto campeón uruguayo mundial, y los ídolos de mi papá. Ari Vatanen, Peter Solberg... Tenía en mi cuarto posters de Britney Spears y posters de Peter Solberg (risas). Obviamente no había redes sociales, hoy tenemos una conexión mucho mayor y sí me pasa ahora, que nosotras somos referentes para las niñas. Hay niñas que sueñan con ser pilotos y nos ven a chicas como Laia, yo u otras tantas que están ahí en el deporte de motor siendo sus referentes. No es una presión, pero sí una responsabilidad. Evidentemente Laia ha sido mi referente desde hace años, pero cuando era niña no la podía seguir. Pero ahora las niñas pueden ver que es posible y que el género no limita.
Más allá de las lecciones que aprendes en la vida, el Dakar también te pone a prueba de manera constante. ¿Qué aprendizaje le ha dejado a usted?
Descubrí que puedo pilotar de noche, que era algo a lo que le tenía mucho miedo. Descubrí que puedes enfrentarte a tus miedos mucho más rápido de lo que te imaginas cuando los tienes enfrente. También que podía salir de un agujero de tres metros sola (risas). El Dakar te presenta muchas cosas. Nosotros tuvimos un momento muy duro en la Etapa 4 porque estaba lista para salir, pero se me comunicó que el coche tenía un fallo y teníamos que abandonar. En esos momentos se me caía el sueño de subir al podio a por la medalla del Dakar finisher, había una diferencia horaria de seis horas con Uruguay y no podía hablar con nadie... Sentía que el mundo se me desmoronaba. Me metí en la carpita y ahí dije ‘a ver, esto está pasando por algo y hay que buscarle el lado positivo’. Lo pude revertir rápido, al final fueron dos etapas que no pudimos salir, pero al final es importante reconocer cuáles son las fortalezas de cada uno. Todos vamos aprendiendo, constantemente, de los fracasos y los momentos difíciles, pero también de los momentos buenos. A veces nos pasan cosas, nos preguntamos por qué, pero hay que pensar que todo pasa para que aprendamos.
¿Se siente una privilegiada? Hay quienes llevan años en prototipos ligeros sin llegar a T1 y usted, tras una edición en T3 salta directamente a la categoría reina.
Me lo dices y mira, se me pone la piel de gallina. De entrada me siento una privilegiada por poder hacer lo que hago y correr en carreras de automovilismo, más allá de todo el esfuerzo que me ha llevado. Si me lo pones así, estoy más que agradecida la verdad. Ahora sólo tengo que aprovechar esta oportunidad al máximo y hacerlo lo mejor posible, porque es un sueño hecho realidad.
¿Qué espera de este año?
Terminar el Dakar, obtener la medalla de finisher, subir el coche a esa rampa final del podio y seguir aprendiendo, creciendo y disfrutando de todo esto que amo tanto.
¡Mucha suerte!
¡Muchas gracias!
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