El desierto anula la noción del tiempo
En un día como hoy, no existe la sensación de estar a punto de celebrar un año nuevo ni tampoco, de los días que han pasado hasta comenzar la competición.
Hace cinco días que comenzó la aventura del Dakar. Parece demasiado temprano para una prueba que comenzaba a disputarse en la jornada de hoy, pero la realidad es que ni siquiera somos conscientes del tiempo que hemos pasado hasta ahora en el Sea Camp. Hasta el punto de que las fechas simplemente van marcadas en un calendario que en días dakarianos, tiene sus propios compromisos. Probablemente un día como hoy, 31 de diciembre, hubiese pasado la mañana comprando uvas, ya que suelo dejarlo todo para el último momento. Y sin embargo, el tiempo se ha invertido en contar historias que nada tenían que ver con el año nuevo.
Al menos en este desierto y en este campamento, la situación simula una especie de Gran Hermano. La excepción, el contacto con el exterior. Pero ni siquiera sabemos a qué hora hemos comido, cuánto tiempo estamos aquí, ni el que invertimos delante del ordenador. Tampoco en esas caminatas que recuerdan a la vida en Madrid. Porque lo que está ‘ahí al lado’, acaban siendo 25 minutos a pie para grabar un audio que rara vez superará los diez minutos. Y quizás, lo más necesario acabe siendo una agenda o algo por el estilo, que recuerde con cuánta antelación debemos acercarnos hasta las zonas mixtas de los pilotos o esos días, como hoy, en los que hay algo que celebrar. Aunque realmente, formar parte de un Dakar, ya es una celebración constante.