De padres a hijos: Hill, Villeneuve, Rosberg y Verstappen

Son varios los casos de sagas familiares en la historia de la F1, pero estos cuatro son los únicos que han logrado ser campeones siendo hijos de pilotos.

De padres a hijos: Hill, Villeneuve, Rosberg y Verstappen
M.A. del Pozo
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A lo largo de la historia de la F1 son varios los casos de pilotos que han visto como sus hijos continuaban su legado en el Gran Circo: Mario y Michael Andretti, Jack y David Brabham, Wilson y Christian Fittipaldi, Jan y Kevin Magnussen, Saturo y Kazuki Nakajima, Jonathan y Jolyon Palmer, André y Teddy Pilette, Nelson y ‘Nelsinho’ Piquet, Jo y Jean-Louis Schlesser, Michael y Mick Schumacher, Hans y Hans Joachim Stuck y Manfred y Markus Winkelhock, por citar algunos ejemplos.

Pero hay un conjunto de vástagos de pilotos que destacan por haber sido campeones del mundo. Damon Hill en 1996 logró un título que su padre Graham alzó dos veces en la década de los 60 (1962-1968), además de la Triple Corona (Mónaco F1, 500 Millas de Indianápolis y 24 Horas de Le Mans, único piloto en lograr el reto). Nico Rosberg, por su parte, en 2016 igualo el campeonato de su padre Keke en 1982. Y Jacques Villeneuve y Max Verstappen, para finalizar, han logrado añadir su nombre al palmarés, algo que no lograron sus padres, Gilles y Jos, respectivamente.

Damon Hill fue el primer hijo de un piloto, y campeón, de Fórmula 1 en proclamarse triunfador. El británico, a diferencia de su padre Graham, comenzó mostrando interés por las dos ruedas. Además, su progenitor no le vio celebrar su logro, puesto que falleció en un accidente de aviación cuando su hijo tenía 15 años. Damon comenzó a competir en el automovilismo de manera profesional tarde: “Al correr estaba resucitando a mi padre, mis actuaciones eran mías, pero honraban su memoria”. Sus inicios no fueron los habituales, ni siquiera comenzó en el kárting, pero la presión de ser hijo de Graham siempre estaba ahí: “Intentaba convencer a la gente porque había cierto escepticismo sobre mí”, recuerda Damon. La desconfianza fue decreciendo con su tercer puesto en 1993, sus subcampeonatos en el 94 y 95 y su título en el 96.

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Ese año derrotó, curiosamente, a Jacques Villeneuve, su compañero en Williams, quien se proclamaría campeón un año más tarde, en 1997. El canadiense, como Damon, también vio morir a su padre en la adolescencia. Tenía 11 años cuando Gilles perdió la vida en un accidente en el GP de Bélgica (Zolder) en el que se estrelló a más de 200 kilómetros por hora y salió despedido del monoplaza. La relación entre padre e hijo no fue la idílica: “Mi padre siempre estaba haciendo locuras, en las carreteras, en helicóptero…Es la única imagen que tengo de él, como piloto, no como padre. Pero lo único que sé es que él quería que yo corriera, eso seguro”, explica Jacques, que ganó las 500 Millas de Indianápolis en 1995 y siete carreras de F1 en el 97 y el campeonato. Nunca más volvió a ganar en Fórmula 1. Probó suerte en la NASCAR y en Le Mans, donde en 2008 fue segundo con el Peugeot diésel formando tripulación con Nicolas Minassian y Marc Gené.

Después del canadiense fue el turno de Nico Rosberg. Hijo de Keke que en 1982 se proclamó campeón, Nico ganó su Mundial en 2016. Y se retiró. Dicen que las fricciones en el garaje de Mercedes, escudería con la que ganó el título peleando contra Lewis Hamilton con choques entre ambos incluidos, acabaron con las ganas del alemán. Debutó con la misma escudería que ganó su padre, fichó por Mercedes, donde tuvo como compañeros a Schumacher (al que ganó) y a Hamilton (al que también batió). Incluso para certificar su campeonato tuvo que vérselas con un tal Max Verstappen, por entonces en Toro Rosso, en el GP de Brasil. El neerlandés, hijo de Jos, quizá sea el que tiene un padre menos exitoso. La carrera de Jos The Boss se resume en 107 carreras y dos podios. Pero para éxitos están los de Max, tetracampeón del mundo y que ha emulado a Fangio, Schumacher, Vettel y Hamilton encadenando cuatro consecutivos. Palabras mayores.

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