Maverick tensa la cuerda
El de Roses volvió a ser muy crítico con el equipo tras su resultado en Austria: "Me gustó que saliera la bandera roja para que se viese la realidad".
Hace cinco años que Maverick Viñales comenzó a vivir un sueño del que se ha despertado transformado en pesadilla. Un joven de solo 21 años, con polémicas pretéritas, hizo realidad la ilusión del niño que fantaseaba con proclamarse algún día campeón del mundo de MotoGP y tras varios cursos intentándolo sin éxito pese a dos bronces en el campeonato, la realidad por la que atraviesa en Yamaha ha podido mucho más que la ambición de un piloto que tiene como única prioridad "empujar". "Quiero sacar mi máximo potencial, ahora mismo estoy muy lejos de eso y en este equipo no soy capaz", resalta el piloto de Roses sin ningún tipo de aliciente tras ver la bandera a cuadros en Spielberg en la última posición, mientras que la otra M1 oficial luchó hasta el final por la posición de un podio donde estuvo la montura de los diapasones.
El contraste entre el garaje de Maverick y Quartararo es evidente, la diferencia de puntos entre ambos compañero es de 77 tras superar el ecuador de la temporada, y por si la travesía del piloto de Roses esta temporada no hubiese tenido mares difíciles de surcar, en Red Bull Ring se encontró con unas aguas que le hicieron nadar a contracorriente para terminar tirando la toalla y pasar por meta a más de un minuto del ganador. Algo inconcebible para un piloto que, supuestamente, debería estar peleando por victorias. Pero a Viñales le “gustó que saliera la bandera roja, para que se viese la realidad del equipo”.
Ni siquiera el anuncio de su ruptura ha hecho que se calmen las aguas dentro de su garaje, más bien todo lo contrario. Maverick se muestra más crítico que nunca con Yamaha y aunque en la Carrera 1 del GP de Estiria firmó “una salida normal, como deberían ser todas”, un cambio de embrague y neumáticos le dejó fuera de juego por completo. ¿Por qué? “Los chicos no saben por qué. Parece raro, pero esta es una explicación más que habitual por su parte. Cada vez que paso del primero al décimo no hay explicación más que no lo saben y sin ninguna explicación, no puedo mejorar”, dice sin ningún tipo de corte un piloto que sigue manteniendo el carácter de esa joven promesa por la que apostaron desde Iwata para convertirle en campeón.
Sin embargo, ahora su ruta ha tomado un rumbo diferente que solo puede volver a enderezar el equipo según Maverick: “Cuando la moto está lista, yo estoy listo. Veremos si Yamaha me da esta semana la oportunidad de empujar. Yo entreno muy duro y trabajo en muchos aspectos, pero si la moto funciona bien en una carrera y en la siguiente no, es difícil para mí”. Estas palabras solo demuestran una realidad que le aleja por completo de la base principal para el éxito. Por si faltase algo, el de Roses reconoce que no existe “confianza en el equipo” y ya piensa en un 2022 donde lo dará todo por “empujar y demostrar” su “verdadero potencial”.
La próxima temporada
¿Qué le depara el futuro? Las posibilidades en la categoría reina son reducidas, sobre todo teniendo en cuenta que en Yamaha se han cerrado todas las puertas y Valentino, tiene otras preferencias en su nuevo proyecto junto a Ducati. Aprilia es la única opción real de Maverick, pero más que el destino, ahora la prioridad del piloto es “correr y sacar el máximo”: “Quiero empujar, esa es mi prioridad. Mi única prioridad es empujar y dar el máximo”. Y aunque ahora tiene la oportunidad de hacerlo junto a uno de los equipos más grandes de la historia de MotoGP, parece que el de Roses tiene asumido que su progresión junto a los de Iwata ha llegado a su fin.