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Maverick Viñales: todo o nada

El de Roses habla por primera vez desde que anunció su adiós a Yamaha, sobre las posibilidades que tiene de cara a 2022. El año sabático, una opción.

Viñales en la recta de meta del circuito de Assen.
Yamaha MotoGP

Quien juega tiene que saber perder y sobre el tablero de Yamaha, la figura de Maverick Viñales ha sido derrotada después de cinco años jugando a intentar ganar. No porque no haya estrenado el contador de victorias junto a la casa de los diapasones, suma ocho triunfos al manillar de la M1, sino más bien por la ausencia de oportunidades realistas que le hayan postulado como favorito a un título con el que el piloto de Roses sigue soñando. Y convencido de que tiene potencial para ello, su manera de comprometerse con el equipo ha sido siendo totalmente sincero y abandonando un proyecto donde se ve limitado: “Hay un problema, yo sé dónde puedo llegar, y hasta allí (con Yamaha) no voy a llegar. He de buscar la manera y buscar mi camino”.

¿Cuál es ese camino? Ni siquiera el propio Maverick lo sabe. Por primera vez desde que comunicó su ruptura con la firma japonesa, el de Roses se ha pronunciado tras una jornada de test en Montmeló sobre un futuro, que está completamente en el aire: “Ahora está todo parado, quiero disfrutar de mis vacaciones porque la primera parte de la temporada ha sido bastante dura”. Sonaba con muchísima fuerza la opción de Aprilia, una de las cinco posibilidades que tendría Viñales para seguir compitiendo la próxima temporada, pero el español ha terminado con las especulaciones: “No tengo nada con nadie. Me lo quiero tomar con calma y ya veremos qué pasa”. No descarta a la casa de Noale, tras asegurar que “ha mejorado mucho con Aleix”, pero sí se cierra la puerta en la escudería que le dio la posibilidad de debutar en la máxima categoría.

“Suzuki no lo he contemplado”, reconoce Maverick, sobre una montura que en la actualidad no es ni la sombra de aquella con la que él se estrenó en MotoGP. Pero lo cierto es que la estructura japonesa tiene en sus filas al vigente campeón de la categoría y un potencial aspirante, que también está esperando su momento. La realidad de la categoría hace que se limiten las posibilidades del piloto de Roses, mientras que la de Ducati vuelve a sonar como un destino factible tras un primer rechazo. El team manager de los de Borgo Panigale, Davide Tardozzi, fue muy elegante cerrándole la puerta a Viñales cuando le preguntaron por una posible incorporación: “Estamos muy contentos con el rendimiento de Miller, ‘Pecco’, Zarco y Martín”. Sin embargo, en ese entonces no existía la alianza con el equipo de Valentino Rossi, que suma dos Desmosedici más a la parrilla.

Un año sabático

Pese a que su decisión, sí o sí, conlleva un cambio de aires que nada tendrá que ver con la vida en Yamaha, Maverick deja claro qué quiere en su nuevo proyecto: “No busco un entorno diferente, busco confianza. Quiero buscar un grupo en el que confíe y a partir de ahí, seguir construyendo”. Pese a que las ideas son muy claras, la exigencia del Mundial hace que exista la posibilidad de no cubrir todos los requisitos. Y si esto ocurriese, el de Roses también tiene un plan B que, aunque es algo precipitado, no sería demasiado traumático debido a cómo quedaría el mercado de cara a 2023. El año sabático es la última opción, pero también está en la baraja, “está claro que no sería lo más óptimo, pero si no estás a gusto y no acabas de disfrutar”..., entonces sí será la definitiva.

En medio de toda la incertidumbre, la respuesta a cuándo se resolverá su futuro solo sigue generando incógnitas: “Me lo quiero tomar con calma porque es importante pensar en un uno mismo y al final, haré lo que más me compense”. Todas las gestiones al respecto serán gestionadas por su entorno y sobre un cambio que llega tras varias temporadas trabajando en algo “que no tiene sentido”, la única certeza es cómo tratará de despedirse de una de las marcas con las que sueñan todos los aspirantes: “Afronto lo que queda de temporada al máximo, quiero ganar como sea. Hay que intentar estar al máximo y que el resto acompañe”. Aunque quizás, con la suerte, sea suficiente.