Etienne Lavigne en París: “No será un Dakar de saldo”
Las ausencias de Chile y de Perú, que se cayó del recorrido a última hora, no afectarán a la dureza de la prueba. Serán 9.000 kilómetros entre Buenos Aires y Rosario.
"No será un Dakar de saldo”, esa es la frase que se colaba en las conversaciones de Etienne Lavigne tras la presentación de ayer en París. El director de la prueba incidía en que “pese a las ausencias de Chile y Perú, la carrera será dura”. Y quiso dejar clara otra idea, un mensaje que lanzado desde la capital francesa no podía tomar otro rumbo: “Nuestra misión es hacer olvidar la triste actualidad con esta aventura”. En París, a media mañana, se quería hablar de deporte, sólo de deporte. Especialmente allí.
Los organizadores mantuvieron el programa pese a la tensión que se respiraba en la Ciudad Luz, que desde las cuatro de la madrugada asistía a un operativo del Ejército y la Policía en el barrio de Saint-Denis. El saldo oficial cifraba en dos los terroristas muertos justo cuando la presentación del Dakar comenzaba en el Espacio Pierre Cardin, situado en pleno corazón de París, a sólo una manzana de la Plaza de la Concordia y el Palacio del Elíseo. Una zona con mil ojos encima.
Pero en sus salas sólo hubo ojos para el menú que del 3 al 16 de enero aguarda entre Buenos Aires y Rosario a 556 participantes (143 motos, 110 coches, 55 camiones y 46 quads). Se busca a los herederos de Al-Attiyah, Coma, Mardeev y Sonik, campeones en 2015. Marc, por cierto, disfrutaba de su primera presentación no como piloto sino como director deportivo de la prueba. Un reto de más de 9.000 kilómetros entre Argentina y Bolivia, con sorpresas como la superespecial de Fiambalá (Belén-La Rioja) en la que 10 motos, 10 coches y 5 camiones, seleccionados por los resultados de la etapa anterior, partirán mezclados. Un nuevo conejo de la chistera, incluso entre dunas. Quizá sea ese el sello del que Coma nos hablaba el día anterior.