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FÓRMULA 1 | LA INTRAHISTORIA

Manor recuerda a Jules Bianchi en Mónaco con una pulsera

En su equipo, se han inventado unas pulseras rojas. ‘MONACO 2014. P8. #JB17’, está grabado en ellas. Un pequeño homenaje para el piloto francés.

Manor recuerda a Jules Bianchi en Mónaco con una pulsera

Algunos incluso tenían dificultades para hablar. Se helaba el alma ayer en Montecarlo cuando se escuchaba el nombre del francés Jules Bianchi. Está cerca. Es una de las carreteras más bellas del mundo, junto al mar, curvas y más curvas dibujan el paisaje al lado de riscos y montañas desde Mónaco a Niza, desde el circuito donde hizo historia al lugar donde ahora se encuentra Jules, ese chico que siempre saludaba, que sonreía tímido o a carcajadas, comiéndose la vida a bocados grandes, haciendo realidad una verdad que conoce como nadie, esa de que cada instante es único, irrepetible, que quizá el siguiente sea el último… o al menos el último de la vida anterior.

Porque ahora Jules vive en otro universo, ese en el que sólo puede respirar y regalar esperanza a su familia. Y ya. A veces dar la mano. A veces mover la cabeza, con esa cara que las volvía locas. A veces incluso logra hacer algo parecido a aquellas tímidas sonrisas suyas.

En su equipo, ese que con el noveno puesto del año pasado (era octavo pero fue sancionado con cinco segundos) y los 40 millones de euros que vinieron después por los puntos conseguidos, salvó de la desaparición, se han inventado unas pulseras rojas. ‘MONACO 2014. P8. #JB17’, está grabado en ellas. Y la lleva su amigo Roberto Merhi, por ejemplo, otro talento que mira hacia abajo y dice que tiene algo en el ojo cuando le hablamos del piloto francés. Y le pasa a Fernando Alonso que vuelve a ponerse la gafas de sol cuando escucha el nombre del muchacho que sigue respirando, a treinta minutos del lugar donde hizo magia. Ahora espera volver a vivir…