NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

RAIDS

Laia: "Fue un Dakar perfecto, pero todavía puedo mejorar"

Laia Sanz hizo historia con su noveno. “Creo que es imposible que una mujer gane por el hándicap físico”, reconoce la reina del desierto en su visita a AS.

Madrid
Laia Sanz, en la Redacción de AS.
Laia Sanz, en la Redacción de AS.JESUS AGUILERADIARIO AS

La moto tiene memoria; si la tratas mal, te pasa factura”. Lo dice Laia Sanz en la Redacción de AS, que visita cinco días después de su histórico noveno en el Dakar. Ese calificativo, tan manido a veces que pareciera propina, tiene aquí toda su justificación. Tanta que incluso a la de Corbera de Llobregat se le pide más. Y más: ganar. “Creo que eso es imposible por el físico. No es un tema de machismo, simplemente es eso. Descarto que una mujer pueda ganar... al menos yo no seré. Que puedo mejorar, sí, pero para ganar llega un punto en que es imposible superar el hándicap físico”, dice la barcelonesa, atrevida en la arena, realista sobre la moqueta que ahora pisa.

A Laia no podemos pedirle imposibles, que suba los 8.849 metros del Everest... simplemente porque no existen. Con los 8.848 que tiene la montaña basta. Pero su ambición no frena: “No esperaba hacer un noveno, pero el año pasado tampoco esperaba ser 16ª. Este año nunca se me ha parado la moto, no me he perdido ningún día. Ha sido un Dakar perfecto. Repetir un año en que todo te salga tan bien es muy difícil. Eso sí, creo que aún tengo margen de mejora”.

Lo cierto es que Laia ha alcanzado el ansiado Top-10 y ha llegado a meta en sus cinco participaciones en el Dakar. Recordamos a Laia junto al Obelisco, en su estreno en 2011, con los ojos como platos y Jordi Arcarons a su lado, de mochilero. Y esa mirada le ha permitido grabar y aprender, como pocos han hecho. “Siempre se aprende. Otros años, en la primera semana ya estaba a cuatro horas. Noto que todos me respetan. Hace poco que di el salto al equipo oficial. La moto me llegó en agosto, si puedo tenerla todo el año en casa podré ir un poco más lejos. Este año la carrera ha sido muy al sprint, quizá porque no ha habido tanta navegación. La verdad es que he echado de menos navegación y dunas”, apunta Sanz, quien no duda cuando se le pregunta sobre una rueda a seguir, el piloto al que le gustaría robar su estilo: “Marc Coma. Ése es el mejor estilo, quizá ahora no es el más rápido, pero sí el más equilibrado, el que mejor domina la carrera”. Alguien podría inferir, entonces, que el posible paso de Coma a los coches —el runrún de la última semana y no por el sonido del motor— sería visto con buenos ojos por Laia. Un rival menos, en suma. Pero no. “Ahora mismo Marc es el mejor. Creo que Barreda hubiera podido ganar de no sufrir esa avería, estaba corriendo de manera muy inteligente, al menos habría existido una lucha interesante hasta el final. Pero es mejor que Coma esté, seguro. Le viene bien a las motos”, aclara la catalana, que visita AS con quien en las últimas horas se ha convertido en un compañero inseparable: un trolley. Muchos eventos, recibimientos, entrevistas... Espera disfrutar de vacaciones en breve, aunque sobre la mesa aguarda la renovación con Honda. “Habrá que ver qué pasa, qué competiciones corro, de qué material dispongo. Miedo al paro, no creo, pero hay que negociar. Los japoneses están muy satisfechos de cómo han ido las cosas, estuve hablando con Nakamoto (vicepresidente de HRC) tras el Dakar. En Honda me dicen que están muy contentos, interesados en tener una piloto en el equipo oficial, al parecer en Japón se está promoviendo que haya cada vez más mujeres en las empresas”, señala para acto seguido sacar la cara por la Honda pese a las críticas por su electronicodependencia: “Honda siempre va un paso por delante. Creo que todo se exageró; los problemas, más que por el exceso de electrónica, han venido por la lotería del Salar de Uyuni. Y allí sufrieron las Honda más tecnológicas y las de serie, también las KTM o la moto de enduro del último piloto”.

Laia hablará con HRC salvo que el cielo se torne naranja —¿se animará KTM a realizar una oferta?— y tratará de compaginar los raids y el Mundial de enduro. “Pero ahora tengo que descansar, ¿eh?”, advierte, con ganas del merecido respiro. Porque aunque su sonrisa sea eterna, los 9.000 kilómetros de lucha están ahí, no son un simple mapa dibujado en el periódico: “El año pasado acabé más entera. En 2014 había dos días duros y dos más relajados, pero en éste todos eran exigentes. El segundo día llegué muy castigada. Estábamos a 50 grados, iba con Pain y me dije ‘aquí he perdido diez minutos, aquí cinco...’. Pero cuando llegué al final de la especial y vi la cara de los demás, me dije ‘pues no ha estado tan mal’. Botturi se desmayó y muchos estaban exhaustos. Y en la segunda semana un par de días llegué justita, pero es normal”.

Normal para ella, que no es normal. Es única. Capaz de un noveno que incluso esconde guasa. “Como me ganes me tengo que quedar en Argentina; mi mujer me dice que no puedo volver a casa si me ganas”, le dijo Ivan Jakes, con quien luchaba por ser octava. El eslovaco pudo volver a casa. Ella está de nuevo por aquí, con la etiqueta de histórica tatuada a fuego. Imborrable.