DAKAR | EL CAMPEÓN VISITÓ AS
Coma: “Era injusto que Despres tuviera más títulos que yo”
Marc igualó al piloto francés y medita sobre su paso a los coches. “No he firmado nada pero es cierto que es un reto que me atrae”, afirma
Llegaba a la Redacción de AS el último campeón del Dakar en motos. El piloto que ha alcanzado este enero la cifra redonda de los cinco títulos... en motos. Pero hablamos más que nada de coches, porque parece que ahí, sobre cuatro ruedas, es donde viaja el futuro de Marc Coma. “No ha cambiado mi discurso. Tengo 38 años, doce ‘dakares’ y es momento de plantearse cosas. No he firmado nada. No me puedo permitir dar un paso en falso en un proyecto que no sea sólido, porque hipotecas tu carrera deportiva. Pero es cierto que el reto de hacer el Dakar en coche me atrae. Conoces la carrera, sabes leer el desierto, luego tienes que aprender a llevar un coche. Si lo han hecho Auriol, Peterhansel o Roma, ¿por qué no lo voy a poder hacer yo?”, reconocía Coma, con el trofeo tuareg en la mano, el quinto tras los conquistados en 2006, 2009, 2011 y 2014.
Da igual si el próximo año lo vemos al volante de un coche, de ese Toyota que parece darle las largas, da igual porque la sangre de Marc “es motera” y así se empeñó en dejarlo claro nada más pisar AS: “Soy piloto de dos ruedas”. Es lo que ha alimentado su pasión, la que le contagió su padre, Ricard, también un tío suyo. La moto es como un tatuaje, no se borra, pero... La pregunta es clara: “¿Ha hablado con Toyota?” Tan clara como la respuesta: “No”. Y la segunda entrega: “¿Con Peugeot sí habló?”: “Se dijo el año pasado, pero personalmente no llegué a hablar nunca con ellos. Pero bueno, la intuición me dice que alguna propuesta llegará, no sé de qué tipo. Habrá que ver si es lo suficientemente atractiva”.
Y el coche se va... Habrá tiempo para ello, pero lo que ha hecho grande al piloto de Avià (7-10-1976) no es otra cosa que las motos. Cinco títulos en el Dakar, seis Mundiales de raids, todos ellos con ese naranja luminoso y austríaco de KTM. Compartió esos colores con Cyril Despres, su antítesis en los dakares del nuevo siglo, a quien acaba de igualar (junto a Cyril Neveu) en el palmarés histórico de la prueba. El reto de alcanzarle era un aliciente extra, aunque no hacía a Marc perder el norte —en el Dakar, con mayúsculas— cuando se subía a la moto. “No es lo que me movía, porque lo que me lleva a competir y a luchar no es igualar a Despres. Pero una vez igualado me siento bien con haber dejado esto, como mínimo, en tablas. Creo que era injusto que él tuviese más títulos que yo”, sentencia Coma.
Es quizá un modo de alivio, del deber cumplido, de la ambición lógica entre campeones. De lo contrario, simplemente no lo son. ¿Pero motiva más igualar los cinco de Despres o buscar los seis de Stéphane Peterhansel, tope histórico? Coma es franco, como la sonrisa que no suelta ya esté en Avià, en Madrid o en el calorcito de Atacama. “Es que yo con el que he luchado es con Cyril; Stéphane, para mí, es Monsieur Dakar. Para todos nosotros, para los que estamos ahí, en la carrera, ese tío es Dios. Tiene la luz ahí arriba”, dice el catalán, y mira hacia el techo, nuestro techo, pura redacción, como si un poco más allá estuviera el Peterhansel de los once títulos.
Dejemos la historia. Hablemos del Dakar que proclamó campeón a Coma el pasado sábado en Buenos Aires. Lo hizo tras un arranque en el que Joan Barreda tomó la voz cantante y el liderato. “Ha sido duro, se nos complicó bastante el segundo día, ya que perdimos doce minutos respecto a Joan (Barreda). A partir de ahí forzamos el ritmo, tuvimos la suerte de sobrevivir al Salar de Uyuni, esa etapa fue la clave”, afirma Coma. Esa etapa supuso la capitulación de Barreda. “Joan fue mi sombra, lógico tal y como estaba la clasificación. No sé si sin la avería le habría podido recuperar el tiempo. El día del cambio de liderato ya le había provocado un fallo, cuando se cayó y perdió seis minutos, con aquello del manillar. El ritmo al que veníamos los cuatro días previos era terrible, íbamos así —y Marc hace un gesto en el que se lleva el índice al cuello, justo debajo del mentón—, yo iba delante abriendo pista, él detrás y los demás no nos veían. No sé qué pasó realmente. Dicen que rompió el manillar y que recorrió cien kilómetros con una mano... Eso sí, en el futuro ganará el Dakar”, reconoce el piloto español de KTM, marca que ha sumado su decimocuarto título consecutivo en el Dakar.
Hace dos meses, en una entrevista, Marc nos hablaba de la dureza que adivinaba en el recorrido, de rivales y dunas, de enlaces y especiales. Y nos dejaba dos perlas que hablan de su olfato. Una, al citar a Toby Price como el tapado. “Y ahí ha estado, tercero. Pensaba que lo iba a hacer bien, aunque no que llegara tan arriba”, se quita méritos el de Avià. Y también del peligro de las etapas maratón, donde la electrónica de la Honda podía suponer “un riesgo excesivo”. “Es que en esta especialidad toda la tecnología que puedes aportar te conlleva un riesgo muy grande y la ventaja que te da no es tanta. La Honda es una MotoGP, con control de tracción, lleva también algo de suspensión inteligente... Nuestro gas es de cable, lo único que llevamos es inyección, el resto es todo de una moto de hace 40 años. Creo que en Honda llevan algo del cambio electrónico, una especie de ‘seamless’. Y en cuanto al control de tracción, yo no lo he llevado nunca, no sé si les sirve tanto o no, me imagino que en terreno que patina mucho puede funcionar, pero miras el consumo del neumático al final de etapa y es muy parecido al nuestro. No sé decirte qué ventaja tiene competir con una moto con tanta electrónica”, apunta Marc, que de nuevo se ha quedado con la boca abierta ante la exhibición de Laia Sanz.
Como todos. Ahí sí que hay consenso: “Laia ha dado los pasos adecuados. Primero dejando el trial, luego llegando a un equipo oficial. A mí me encanta, no le veo techo. Ganar es muy difícil que pueda hacerlo, porque al final no deja de ser una mujer, y la fuerza que tiene una mujer no es la nuestra. Es una desventaja, es así, pero un podio, ¿por qué no? Depende del año, el año pasado Viladoms estuvo en el podio a una hora y pico de mí, por ejemplo. El Top 5 no es descabellado”. Si lo dice el campeón, callamos todos.
Lo dice el rey de Sudamérica pero que sigue siendo “un enamorado de África”, donde cree que la carrera no volverá (“Allí se apoyaba en dos o tres países europeos, en Sudamérica se ha globalizado. Miro África y 2008, cuando se canceló, y ahora está peor”). Lo dice quien fue voz cantante de los pilotos en la discusión con los organizadores sobre si era seguro tomar la salida en Uyuni: “A mí me convenía que aquello fuera para delante, porque estaba retrasado, pero el sentido común está antes que nada. Los amateurs habían pillado mucha lluvia el día anterior, estaban mojados, a dos o tres grados de temperatura, no había visibilidad, en el Salar había medio metro de agua. En fin, un desastre. Fuimos a ver al director de carrera, pero nos remitió a Etienne Lavigne. Pero en el punto de salida me dije ‘aquí salimos seguro’. Había seis helicópteros haciendo la recta, lleno de gente, Evo Morales con la bandera... David Casteu quería salir porque quería eliminar gente y adelantar en la general. En el repostaje, que es cuando me enfado con Etienne, le digo ‘para la carrera porque te vas a quedar con cinco motos’. Pero nada”.
Lo dice el piloto que no tiene manager (“Me quiero equivocar yo”) y que demuestra elegancia no sólo sobre una moto, sino también al hablar de Nani Roma y la relación que ahora les une: “A mí me ha ayudado mucho, le estoy muy agradecido, nuestras vidas han ido paralelas mucho tiempo y toda la confianza que recibí se la devolví currando, con victorias y con todo. Ahora van separadas, no pasa nada, le tengo todo el respeto del mundo”. El mismo respeto que el mundo le tiene a él. Cinco veces campeón del Dakar en coches... digo en motos. Perdón, Marc, nos ha traicionado el subconsciente. Ya queremos verte campeón sobre cuatro ruedas...