Premios AS 2014 | Laia Sanz
“¡Qué honor ser nominada a estos Premios AS 2014!”
Laia Sanz ha ganado la categoría femenina de los últimos cuatro Dakar. Hace catorce años que llena las páginas de los periódicos con sus triunfos.
Laia Sanz lleva catorce años llenando las páginas de los periódicos. Ca-tor-ce. 5.114 días respirando arena y gasolina. Y haciendo historia, en el terreno que sea. Cuando su nombre comenzó a imprimirse en grande tenía 14 años. Era el 2000 y Laia lo cerró con tres títulos de trial: campeona de España cadete, campeona del mundo y subcampeona de Europa. A los 16 los Mundiales ya eran tres y a ella la llamaban La niña motera. A los 28 ya es la mejor piloto española de la historia. En su casa lo atestiguan trece Mundiales de trial femenino, diez Europeos, tres de enduro y los cuatro últimos Dakar.
Y, ahora, ella, acostumbrada a bregar entre hombres, se enfrenta a ocho mujeres en los Premios AS. “¡Qué honor ser nominada! Tal y como está el deporte español, con ese nivel altísimo”, dice, de corazón. Es la segunda vez que ella lo está. La primera fue en 2008 y, aunque entonces no ganó, también la llenó de orgullo. “Estar nominada ya es un premio. Significa que seis años después sigo ahí. Yo valoro mucho estas cosas. Fíjate, en 2003 me dieron el Premio a mejor deportista catalana y en 2014 también. Eso alegra”.
Pero es ella, que no deja de hacer méritos. La historia de Laia es una historia sobre dos ruedas. De aquella Montesa 25 que le robó a su hermano Joan cuando tenía cuatro años, en un descuido, para darse una vuelta por el descampado de detrás de la casa de su abuela. O de aquel Campeonato de Cataluña que corrió con seis años en el que era la única chica. Las raíces de La niña motera.
Futuro. Ahora, 2014, dice, “ha sido una buena temporada”. A pesar de la lesión, fue la primera mujer en el Dakar y no le fue mal en la general. La número 16 de 168 participantes, a 8h 3:02 de Marc Coma. Detrás muchos hombres. Ahora Laia piensa en el de 2015. Aunque la Navidad siempre la pasa en casa, las uvas, desde 2011, siempre las come fuera, bajo esas estrellas enormes del cielo del desierto. “Acabo la temporada normal y empiezo a prepararme para el Dakar. Mi año nunca acaba”, sonríe. Y, quizá, cuando comience la carrera en Buenos Aires, su mochila pese un poquito más, porque en ella irá prendido el recuerdo del último premio de 2014: el corazón de estos Premios AS.