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Motociclismo | Jorge Lorenzo

“El nivel de permisividad es establecido por el árbitro”

Argumenta en AS el motivo de sus desencuentros con Márquez y pone como ejemplo su duelo con Rossi en Montmeló 2009: “Me ganó por ser más listo, así que chapeau”.

Actualizado a
SUPERANDO RETOS. Lorenzo no se ha encontrado cómodo con su Yamaha y los neumáticos en algunos momentos del Mundial.

—Debe estar algo harto de que le pregunten siempre por Marc Márquez…

—No. Si se me pregunta será porque es un tema del orden del día y porque me tienen que preguntar. Además, no hay pregunta que no se pueda contestar. Yo contesto a todas las preguntas y no me molesta ninguna en especial. Si fuera futbolista del Barça o del Madrid no pararían de preguntarme por el rival, porque es lo que vende y lo que le gusta a la gente. Sin rivalidad el deporte no sería tan divertido.

—Los futbolistas salen menos a dar la cara ante los medios que los pilotos. ¿Es algo que va en el sueldo al deberse a los patrocinadores?

—Ojalá eso fuera lo más duro de nuestro deporte, porque las entrevistas no me suponen ningún esfuerzo extra. Me siento un gran afortunado y lo único negativo de este deporte son las caídas y las lesiones. Claro que hay cosas que te gustan más y otras menos, pero lo de las entrevistas va en el sueldo.

—He visto que ha pedido para comer pollo a la plancha y arroz hervido, lo de siempre. ¿De verdad que se vio gordo a principio de temporada?

—(Se ríe). Gordo no me vi, porque no lo estaba, pero tampoco estaba seco, seco, ni fibrado como en otras épocas, como sobre todo en 250cc o algún año de MotoGP. A medida que cumples años cuesta más mantenerse con poca grasa, aunque hagas la misma dieta, y el pasado invierno sí que me pasé un poco más con la comida y entrené menos.

—¿Cuál es su mayor tentación a la hora de comer?

—Me encanta comer y normalmente como mucho y tengo mucha hambre. Mis mayores tentaciones son todo lo que engorda, como a todos... Lo que engorda es lo que más nos gusta. (Risas).

—¡Qué me va a decir a mí! Hay quien dice que lo mejor de la vida o engorda, o mata, o es pecado...

—Sí, es así. Lo habrán hecho adrede, pero si coges una disciplina al final te acostumbras a la comida de dieta y tampoco está tan mal.

—¿Qué porcentaje de grasa tiene ahora en el cuerpo?

—Alrededor de un nueve. Tres o cuatro puntos más que un maratoniano.

—¿Y en cuánto estaba cuando empezó la temporada?

—En un doce por ciento y pesaba tres kilos más.

—Se le ve en forma, pero es el único de los ‘cuatro fantásticos’ que aún no ha ganado. ¿Necesita como sea hacerlo antes de que acabe el año?

—Podría suceder perfectamente que no gane este año y tampoco me deprimiría. No me encerraré en casa dos semanas si acabo el año sin lograr una victoria. El año pasado gané ocho veces y el título no fue para mí. He tenido mis oportunidades y, desde que estoy en MotoGP, he ganado al menos una vez en cada temporada y en ésta el nivel es muy similar a la del pasado, pero han cambiado los neumáticos, la moto tiene un litro menos y los rivales están más fuertes, sobre todo Márquez y Rossi.

—¿Y Pedrosa?

—Está más o menos al mismo nivel del año pasado, pero Valentino y Marc están más fuertes, con lo cual es más complicado. El año pasado gané ocho y éste no llevo ninguna, mientras que Pedrosa y Rossi sí que lo han conseguido, y no sería un trauma si acabo el año sin ganar.

—Me choca eso en usted...

—Seguramente que en mi época de 250cc o 125cc estaría presionado y enrabietado, pero la experiencia te hace entender que la fruta cae cuando está madura.

—¿Ha aprendido a perder?

—No es eso. Aprendes a no desesperarte cuando no las tienes todas contigo. Intentar forzar cuando no eres suficientemente competitivo para ganar sólo te puede traer problemas, caídas y lesiones. Es mejor entenderlo y trabajar para lograr las armas necesarias y estar más preparado para cuando llegue la oportunidad.

—¿Está trabajando ahora con psicólogo?

—No. Lo he hecho en épocas anteriores, sobre todo cuando estaba en dos y medio, pero siempre he sido bastante autodidacta. Soy muy curioso para aprender cosas que no sé y leo mucho.

—¿Continúa leyendo libros de autoayuda y biografías que le puedan aportar cosas?

—Sí, prefiero ese tipo de libros, del que puedes obtener algo, a novelas. El último que he leído ha sido la biografía de Agassi en inglés, pero ahora ha salido en español y me la estoy leyendo de nuevo.

—Era un tenista que odiaba su deporte y que era muy bueno.

—Es curioso. Es una contradicción hacer una cosa que no te gusta pero que la haces tan bien, que no te queda más remedio que seguir.

—¿Le ha pasado eso a usted con la moto alguna vez?

—No es mi caso, aunque a veces es verdad que te gusta menos que otras, pero en general me gusta mi deporte, ser competitivo y ganar. También pilotar, sentir la adrenalina, intentar superarme a mí mismo, ir cada vez más rápido. Mi caso no es el de Agassi, pero sí que, de alguna forma, le entiendo.

—¿Qué diría a los que creen que Márquez se ha metido en su cabeza y en la de Pedrosa y eso les mina la moral?

—No se ha metido, porque tanto Pedrosa como Valentino y yo mismo creemos que con las circunstancias favorables, y todo en su sitio, podemos batirle y ganar el campeonato. Y si se mete en nuestras cabezas será porque en la pista ha sido más rápido, no por lo que haga fuera de ella.

—¿Niega entonces que le haya comido el coco? Ha ganado mucho este año Marc...

—Ningún rival afectará a mi rendimiento porque se haya metido en mi cabeza. Ni lo hizo Rossi cuando llegué a MotoGP, ni lo ha hecho Marc ahora que parecía imbatible, porque se ha visto que cuando no ha tenido todo en su sitio, ya sea la puesta a punto, los neumáticos o que los rivales fuéramos más rápidos, como pasó con Valentino en Misano, se le puede batir.

—Entiéndase bien la pregunta, porque nadie quiere que se caiga nadie. ¿Le dio alguna satisfacción que Márquez se cayera en Misano y ver así que a él también le pueden pasar cosas como a los demás?

—(Resopla). Quizá hubiese sido así si estuviera más cerca de él en la general, pero estando tan lejos... Lo que pensé fue que en vez de hacer tercero iba a hacer segundo, porque mi posición real era tercero.

—¿Le duele menos que le gane Rossi que Márquez?

—No duele más, porque también te alegras en cierta forma de que Valentino, con 35 años, siga ahí y que una Yamaha gane. Es un poco contradictorio porque eso te alegra, pero por otra parte te sabe mal, porque te ha batido tu compañero de equipo con la misma moto. No sabría qué decir. Quizá molesta un poco más que te ganen con tu misma moto.

—¿Le veremos algún día bajarse de la moto con una amplia sonrisa después de un duelo con Márquez en el que haya habido toques de carenado? Yo soy de los que opina que las motos no son un deporte de contacto, pero sí un deporte en el que a veces hay contacto y si es con nobleza, bien entendido y no provoca daños no hay de qué lamentarse y resulta precioso visto desde fuera... ¿No cree que le penaliza ante los aficionados bajarse con la cara de sota de bastos con la que lo hace a veces y que eso no refleja lo buen tipo que en realidad es usted?

—Usted piensa así quizá porque no es un piloto y no ha tenido las lesiones que he tenido yo, unas cayéndome solo, pero también con otros pilotos. Yo tengo muy presentes esas cosas y también lo que le pasó a Marco (Simoncelli) y a Tomizawa, con colisiones con otros pilotos.

—Pero aquello fueron accidentes de los que pasan en la carretera, porque murieron arrollados al caerse delante de otros pilotos. ¿No cree que fue auténtica mala suerte?

—Es verdad, pero también puede pasar con toques con otros pilotos. Todos somos conscientes de que puede pasar y aceptamos ese riesgo, pero si se intentan evitar esos contactos, pues mucho mejor. Yo siempre he dicho que, por ejemplo, la carrera de Montmeló de 2009 fue espectacular, sobre todo las últimas vueltas. Allí Valentino al final fue más listo que yo y me ganó, así que chapeau por él y me quité el sombrero. Fue mejor que yo, me ganó por tener más experiencia y planeó la última curva mejor que yo.

—Pero también fue una maravilla Japón 2010, tocándose con Rossi carenado con carenado, y se bajó con un enfado tremendo de la Yamaha...

—Lo vemos diferente. Hay que respetar la opinión de cada uno. La suya y la de Dirección de Carrera, porque al final ellos son los que hacen las normas. Mi opinión en 2014, ahora mismo, es ésta y tal vez diferente a la de hace siete años, porque había tenido menos lesiones que ahora. Igual en el futuro pensaré de otro modo, pero ahora pienso así. Y lo mismo vale para cuando este año dije desde el principio que los neumáticos ofrecían menos rendimiento, eran más peligrosos y menos comprensibles que los de la temporada pasada. Al final me hicieron un poco de caso y los cambiaron. Y si me preguntan por ese tipo de acciones (se refiere a la de Silverstone de Márquez), siempre daré mi sincera opinión, que hay que respetar como yo respeto las otras. Si no la toman en cuenta no es mi problema y lo que voy a hacer es adaptarme a las reglas que haya.

—Seguramente no lo sea, pero eso suena a amenaza en plan: ‘Yo también sé ser agresivo, que se preparen’.

—No manipule lo que estoy diciendo. Intento dar mi opinión y no es mi problema si se toma en cuenta o no. Con los neumáticos la di y se tuvo en cuenta. Con esto quizá no, pero si las reglas son así hay que adaptarse. Si yo fuera futbolista, entraría al rival en función del nivel de permisividad que establece el árbitro. No le entraría con fuerza si al mínimo roce te pita falta y te saca tarjeta. Los futbolistas se adaptan lo mejor que pueden al árbitro y lo mismo pasa con nuestro deporte.

—Lo bueno de esto es que tiene revancha esta misma semana pero es en Aragón, donde aún no ha ganado. ¿Por qué se le resiste esa victoria?

—No lo sé. He estado cerca, sobre todo el año pasado, cuando terminé a un segundo de Márquez. El último parcial no nos es muy favorable, porque es una curva muy lenta que viene de una recta muy larga, donde siempre hemos perdido con las Honda dos o tres décimas.

—Gracias y buena suerte.

—Un placer. Nos vemos.