Lewis Hamilton gana en casa y Fernando Alonso impresiona

Cuando la emoción ha pasado, con la calma acompañando las palabras aparece una verdad. Un pequeño campeón camina entre casetas inmensas, deprisa, deprisa, como cuando ganaba carreras en duelos con una leyenda. “Uff, Alonso es otra cosa, no te digo nada más. Y no lo he dicho yo”, explica con una mirada altiva, desafiante. No, no está aquí su nombre, monsieur. Es otra cosa. Eso dice. Dicen. Digo. En el conjunto de la carrera podríamos decir sin temor a equivocarnos en exceso que Fernando Alonso llevaba en la carrera el quinto coche de la parrilla por detrás de los evidentes Mercedes, de un renovado Williams que parece de otra época, del Red Bull que a veces recuerda quien fue y de un McLaren resucitado. 

Un coche que por momentos parecía que podía, pero al final se desfondó como un viejo atleta que conserva la clase, pero al que el físico ya no acompaña. Con ese Ferrari F14 T, salía 16º, después 14º, llegó a ser cuarto, tras su parada y cumplir una sanción de cinco segundos era octavo y finalmente acabó sexto. Todo esto tras adelantar a diez coches y ofrecer argumentos a los amantes de este deporte con un duelo increíble frente a su rival Vettel. Fueron instantes en los que la vida se medía en milímetros con dos campeones en busca de gloria o lo que sea que se siente.

Y el honor, esa palabra olvidada, que tiene su sentido en el deporte, en esta apasionante competición de locos que es la F-1 en la que dos hombres son capaces de jugarse el cuerpo y el alma por un quinto puesto. Honor. Alonso demostró en Silverstone la razón por la que está considerado el mejor piloto del planeta. Vettel dejó claro que si ha ganado cuatro títulos seguidos es porque es un grande. Duelo de leyenda, de leyendas. El español adelantó de manera magistral al alemán que salía de su segunda parada con las gomas aun frías y después con un coche más lento y neumáticos con bastantes más vueltas se defendió hasta que a cinco vueltas para el final tuvo que levantar el pie del acelerador para no chocar con su rival.

A partir de ese momento en apenas cuatro vueltas le sacó más de seis segundos. Esa era la diferencia entre un coche y otro. Entre un piloto y otro. El español llevaba varias vueltas con la luz roja trasera encendida, con un mapa motor de ahorro, al límite de la retirada por problemas, otra vez, en las baterías de su coche y a pesar de todo aguantó a aquel que le ha ganado al menos dos títulos que eran suyos. Dos grandes de la historia: Alonso y Vettel.

El objetivo soñado era el podio, pero otra vez fue imposible. Al principio, un error en la salida. Se colocó por delante de su posición y fue penalizado con cinco segundos que cumplió en su única parada en boxes, pero tras pasadas imposibles llegó a donde podía llegar. Y ya. Sexto. No tiene lo que merece Alonso. Así están las cosas.

Quien sí lo tiene es Hamilton. El inglés con un Mercedes increíble ganó la carrera con una autoridad total, más aún después del abandono por problemas en la caja de cambios de su compañero Rosberg, que era líder. Ahora el alemán sigue siendo primero en el Mundial pero con Lewis a sólo cuatro puntos. Otro duelo. En el podio Bottas, increíble carrera la suya desde el 14º, que terminó segundo muy por delante de Ricciardo. Esto ocurrió en una carrera que empezó con un susto terrible de Raikkonen encogiendo corazones en la salida. Bandera roja. Casi una hora después se reanudó tras el coche de seguridad. Entonces vimos una carrera histórica de pilotos increíbles. Ganó Hamilton. Impresionó ‘otra cosa’…