PRUEBA | RENAULT CAPTUR
El Clio se transforma con un traje de todocamino compacto
Ante la crisis el único segmento de la automoción que aguanta el tipo es el de los SUV pequeños. Renault intenta seguir los pasos del Juke con el Captur.
El tamaño compacto de los todocamino es el que mejor está resistiendo los avatares de la crisis. Modelos como el Juke de Nissan han conseguido triunfar y es por ello que otros fabricantes se han decidido a lanzar sus versiones equivalentes. En el caso de Renault es el Captur, un derivado del Clio, con el que comparte plataforma.
Su diseño es agradable, juvenil y dinámico, con muchos atractivos para gustar también al público femenino. Pese a sus dimensiones generales ajustadas, su habitabilidad es buena, con una sensación de espacio superior a la de su hermano convencional, sobre todo en las plazas traseras. Además, esa banqueta posterior se desplaza longitudinalmente hasta doce centímetros, lo que permite jugar con las necesidades de espacio entre el habitáculo y el maletero.
Mecánicamente, el motor más equilibrado de la gama es el turbodiésel de 90 CV, que sin ser un prodigio de potencia es correcto para un coche de este estilo y, además, gasta bastante poco en todo tipo de utilización.
Interior. El ambiente interior del Captur es de calidad pero con un diseño desenfadado y colorista. El equipamiento también cumple con las expectativas.
Acabados. Un detalle práctico es que los asientos están tapizados con fundas desmontables fácilmente (con una cremallera) para que las podamos lavar en casa.
MOTOR: 2/3
COMPORTAMIENTO: 2/3
CONFORT: 2/3
ECONOMÍA: 3/3