Da Costa no da opción y se impone en Macao

Antonio Maria de Mello Breyner Felix da Costa tiene un nombre tan rimbombante como lo está siendo su rendimiento en el último medio año. El portugués parece haber firmado un pacto con el diablo, ya que desde que en junio entró en el programa de jóvenes pilotos de Red Bull, sustituyendo al despedido británico Williamson, no ha parado de ganar. Tres victorias en GP3, siendo el primero en la historia en ganar dos carreras en un mismo fin de semana, y tras mandarle Marko a las World Series, a un monoplaza con el doble de potencia al que estaba habituado, puntuó con un sólo día de pruebas. Y tras su debut ganó cuatro de las cinco carreras que faltaban... teniendo en cuenta que su equipo, Arden, no había vencido hasta entonces.

Da Costa exprimió ayer sus dos mejores virtudes para ganar en el ratonero y peligroso trazado del sur de China: valentía y sangre fría. El piloto de 21 años salía en la pole y aguantó el primer envite del sueco Rosenqvist, un auténtico especialista en mejorar posiciones tras apagarse el semáforo, para luego marcar un fortísimo ritmo arriesgando y pasando muy cerca del guardarraíl. Todo perfecto para el lisboeta, menos la entrega de premios en la que sonó un himno distinto al de su país, lo que provocó las lágrimas del ganador.

Respecto a los españoles, Sainz Jr. se quedó clavado en la salida, se colocó décimo y pese al buen ritmo sólo pudo superar a tres rivales para acabar séptimo. "Tenía ritmo para subir al podio", afirmó el madrileño de 18 años. Por su parte, Juncadella salió a por todas y en la segunda vuelta, yendo cuarto, tocó el muro y abandonó: "Sólo me valía ganar, el coche se me fue de atrás y no pude evitar el golpe".