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Fórmula 1 | GP de la India

La Fórmula 1 descubre los contrastes de India

Junto al circuito de Buddh, que costó 280 millones de euros, existen poblados sin agua potable donde malvive la población. India es la tercera economía mundial para el Fondo Monetario Internacional

<b>CONTRASTES. </b>La recta de meta del circuito de Buddh, la gran obra para acoger la F-1

Hace una semana, la noche llegó a las tres de la tarde en Delhi, llovió como si el cielo hubiese abierto las compuertas de mil embalses y la tormenta perfecta desgarró miles de cultivos. El platanero de Chaman quedó milagrosamente intacto. Es lo único que tiene, lo que le queda después de que un día le dieran una bolsa con dinero, le apretaran la mano y unos meses más tarde comenzara a ver cómo en una parte del terreno que fue suyo levantaban un circuito de F-1. Ahora vende plátanos en la entrada de la aldea de Gujaran, a diez kilómetros de Dankur, el pueblo más cercano a la pista donde este fin de semana se disputa el GP de India. En la autopista de acceso su hermano sobrevive subiendo turistas a los elefantes... En otros países quizá se puede hacer, pero aquí es terriblemente imposible esconder la miseria.

India es, según datos del Fondo Monetario Internacional, la tercera economía mundial, sólo por detrás de Estados Unidos y China, pero a pesar de que se ha avanzado en los últimos años, aún queda mucho camino por recorrer y las desigualdades son evidentes. Para construir el circuito de Buddh se necesitaron casi cinco años y 280 millones de euros, una parte mínima se utilizó en indemnizar a los campesinos a los que se les quitó su terreno en virtud de una ley estatal. El precio medio fue de 9 euros por metro cuadrado, pero a algunos se les prometió trabajo en alguna de las industrias u hoteles, campos de golf o cricket que estarían aquí en la ciudad del deporte. De momento sólo está el circuito. Y en Dankur se abre al viajero la India más auténtica, esa en la que las castas siguen siendo verdad absoluta, donde se vive incluso con sistema de trueque entre artesanos.

El pasado año la situación de los campesinos era dramática, pero tenían esperanza en el futuro. La han perdido. Ahora son muchas las mujeres que se lamentan porque sus maridos permanecen en casa con una botella de licor intentando olvidar que antes salían cada día a trabajar sus tierras. "Hemos esperado varios años, pero no hay posibilidades para nosotros", explica Anand mientras señala un Toyota Fortuner inmaculado, con poco uso. Apenas tiene dinero para echar gasolina a su flamante todoterreno que se compró con el dinero de sus tierras. Iba a tener trabajo, pero... el presente se reduce a dos euros diarios por ayudar a su tío vendiendo martillos en los mercados callejeros de Noida, más allá de Greater Noida, ciudad de anchas avenidas y altos edificios. No hay mucha diferencia con la generalidad, el sueldo medio en este país es de 160 euros al mes y a diario suelen pagar tres euros. Algo más ganan algunos de los más de mil empleados que trabajan en el gran premio. No todo es oscuridad en torno a esta carrera. La F-1 aparece como escaparate de la famosa clase media de India, el pasado año 75.000 personas, aficionados o no, estuvieron el domingo en las gradas a pesar de los precios de entre 70 y 400 euros. Muchos serían informáticos, médicos o trabajadores de algunas de las multinacionales que intentan invadir la nación asiática.

Este año han bajado, pero también hay menos promoción. La idea era utilizar el deporte como motor de progreso, pero en India el tiempo es lento. El esfuerzo de unos pocos es inmenso, la imagen a proyectar es la de un país que camina con paso firme y es verdad, pero la realidad habla de que junto a un derroche de circuito pervive un poblado donde más de la mitad de población no sabe leer ni escribir. Mañana vendrá el Rey de España a la carrera. Está de visita oficial en India. En busca de negocios para las empresas españolas. Quizá encuentre alguna vaca en la nueva autopista de seis carriles. Quizá no. En India, cuando dicen que sí hacen un gesto con la cabeza como el infinito. Aquí casi nada es lo que parece.