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GP de Canadá | La intrahistoria

El metro, la clave para el boicot al gran premio

Presión estudiantil en Montreal

Con una gorra de Ferrari en la mano derecha, cabeza abajo bamboleando de un lado a otro, y su padre agarrado, Nicolas se lamenta de su suerte. Quería un autógrafo de Fernando Alonso, esperaba ver al español, pero se tendrá que conformar con hacerlo hoy desde la grada. Los dos aficionados ferraristas no se habían enterado de que la tradicional jornada de puertas abiertas que cada jueves tenía lugar en el circuito Gilles Villeneuve de Montreal esta vez se había cancelado. El motivo, las amenazas de los estudiantes, el miedo que las autoridades tenían a un altercado de orden público. Pese a todo, el día resultó tranquilo en el circuito.

Y es que las manifestaciones estudiantiles en esta ciudad de Quebec se han ido transformando en auténticas demostraciones de los antisistema. Lo que comenzó como una reacción al aumento de un 75% de las tasas de manera gradual en los próximos cinco años se ha convertido en una revuelta popular que ha costado ya más de 120 detenidos. Y ahora está perdiendo parte del apoyo popular que tenía. El GP de Canadá es una causa. Esta carrera supone una auténtica fiesta en la ciudad, un acontecimiento que reactiva la economía municipal, que acoge a miles de visitantes y supone unos ingresos de más de 30 millones de euros. Así las cosas, la amenaza de boicot al gran premio no es aceptada por una buena parte de la sociedad de Montreal.

Hay que tener en cuenta que para muchos las exigencias de los estudiantes son excesivas. Un ejemplo, en Madrid en los próximos cuatro años las tasas universitarias pueden llegar a aumentar un 90%. Y no ha pasado nada. Pero Montreal es una ciudad de estudiantes, que llegan de todo el país, viven en sus propias casas y no entienden que se les suba el dinero que tienen que pagar por algo que consideran un derecho. Dentro de las acciones de protesta de los más radicales está la paralización del metro. "Echan gases de humo y cócteles molotov en las vías y en los vagones y más de una vez se ha tenido que suspender el servicio de metro", cuenta un responsable de logística de una empresa local.

Y el domingo lo pueden repetir. Son miles los aficionados que llegan en metro a la carrera y esperan que la protesta sea otra. Entre los estudiantes hay división de opiniones, los más beligerantes están dispuestos a todo, mientras gana adeptos la posición que busca explorar otras vías para hacerse ver y que el gobierno retire la subida de las tasas.