Alonso hace más de lo que puede

Alzó el trofeo, saludó a quien él sólo sabe y sonrió como hacen los que son capaces de traspasar el límite, de lograr objetivos imposibles gracias a una cualidad genética o adquirida que se llama talento. Fernando Alonso comenzó a brillar cuando salió el sol en Valencia, en el momento en el que este gran premio pareció serlo de verdad, los barcos se veían con más color y parecían más grandes y la grada pintada de gorras rojas vibraba como una masa de ilusión al paso de un monoplaza italiano que un español es capaz de llevar a la gloria. Primer podio para el asturiano en el circuito del puerto valenciano y segunda posición tras un Sebastian Vettel increíble y por delante de un Mark Webber al que sólo Fernando es capaz de convertir en humano.

Hubo un momento en el que la utopía pareció posible. Y quizá lo era. Pero faltaban los últimos neumáticos. Y Vettel comenzó a volar junto al mar. El alemán ha demostrado que, tras el aprendizaje forzoso del pasado año, esta temporada el título se va a hacer menos de rogar. Con su victoria de ayer, la sexta en las ocho primeras carreras, consigue el mejor inicio de campeonato de la historia, se siente seguro a los mandos de un coche para todas las épocas, tiene confianza en su poder y no para de sonreír. El pequeño germano se está haciendo amigo de la estadística. Ejemplos: décima victoria, décimo podio de manera consecutiva y, además, logró por segunda vez en su carrera pole, triunfo y vuelta rápida. Sólo Massa, líder circunstancial durante una vuelta, evitó el Grand Chelem del actual y virtual campeón. Y aquí de lo que se trata es de ir rápido. Sebastian consiguió rodar más veloz que nadie en una vuelta y lo hizo cuatro décimas mejor que Alonso. Vettel es un piloto magnífico, lleva el coche más rápido y está sabiendo aprovechar su oportunidad.

Mientras Vettel sigue enganchado a su destino, Alonso trata de ganar el otro Mundial (en el de verdad está ya a 99 puntos del líder), el del reconocimiento del resto y el de sus propios objetivos. El de ayer era subir al podio en Valencia, ya sólo le queda India (evidentemente, porque allí no se ha competido aún) y Abu Dhabi por pisar el cajón. La carrera del asturiano ayer fue sencillamente genial. Y tuvo dos momentos en los que fue capaz de poner el alma en la garganta a los miles de aficionados que llenaban el trazado urbano. Fernando salió mal y en los primeros metros se vio superado por Massa y Hamilton, pero al llegar la primera curva deslizó su Ferrari más allá de donde se puede y, en una frenada increíble, pudo con los dos y se colocó tercero justo por detrás de Webber.

El siguiente objetivo era su amigo australiano. El segundo piloto de la poderosa escudería Red Bull es uno de los más complicados de adelantar y pilota el mejor coche. Pero se acercó, llegó y le hizo una pasada limpia, perfecta para ponerse segundo... hasta que el tráfico y la parada en boxes le devolvieron a la tercera plaza. Después lo recuperó por estrategia. El español dijo, con la pena resbalando por su corazón de ganador, que no podía hacer más. Ayer demostró que siempre hace más de lo que puede.