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Fórmula 1 | La intrahistoria

"Veimous Fernandou"

Ánimos a Alonso desde la colina del campo de golf

<b>PICNIC Y F-1. </b>Albert Park volvió a vivir un gran ambiente.
manuel franco

Comparten bocadillo, como en un día de St. Kilda Beach, cerca del muelle de Victoria, pero sólo eso. Están en Albert Park, en la colina del campo de golf, a unos metros del lago y esperan ver volar a los monoplazas. Son padre e hijo, el niño apenas tiene siete años. Pero discuten. Uno viste gorra Ferrari, otro se tapa la cabeza con Red Bull. "Yo voy con Mark Webber, es nuestro piloto nacional y tiene mucho coraje, debo apoyar al australiano, lo siento", explica el padre. "Alonso es el mejor y Ferrari un equipo histórico, este año van a ganar, seguro", replica el pequeño con entusiasmo. No son los únicos que comparten vínculos y distintas aficiones. Emma y Walter son novios desde hace un par de años y es la segunda vez que vienen al gran premio. Ella de Ferrari, él de Red Bull. Ella de Alonso, él de Webber. "No entiendo mucho de F-1, pero a mí Fernando me parece el más guapo, además es español", sentencia la chica de ojos rasgados heredados de su madre japonesa, como si venir de nuestro país fuera garantía de éxito en las Antípodas.

En la colina del golf, las familias comen hamburguesas a la parrilla y el viernes algunos colegios de la zona trajeron a los niños de excursión a la F-1. Hay tres profesoras, una les vigila mientras las otras dos se colocan una gorra de McLaren y cruzan el lago en busca de un autógrafo de Button.

El gran premio es una fiesta en Melbourne, junto al lago de Albert Park, atracciones de feria se unen a coches antiguos, deportivos o históricos, incluso hay un 'Delorean' idéntico al que Michael J. Fox conducía en Regreso al futuro... Banderas inglesas, fotos de Webber, gorras, siempre, de Ferrari... Donald luce una con la cruz de Covadonga y los colores de España. ¿Eres español?, pregunto. "No, no, australiano, pero Fernando es español", responde. Claro.

En el campo de golf comienzan los nervios, suenan los monoplazas. Todos se levantan, con la vista en el asfalto. Pasa Hamilton. Aplausos. Corre Vettel. Algún abucheo. Aparece Webber, aplausos, aplausos y aplausos. Un coche rojo brilla a lo lejos, brrrrr, ziuuum, algunos animan, un instante y el campeón español desaparece con su Ferrari. Entonces ella se da cuenta, con su piel blanca y un cavallino tatuado en su rostro, salta del césped y grita: "Veimous Fernandou". Vamos, vamos Fernando...