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La torpeza manifiesta de Felipe Massa

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Asumo que a muchos estas líneas les parecerán tan sólo un alegato en favor de Alonso. Pero les puedo garantizar que el espíritu que me lleva a escribirlas es simplemente el de la lógica, el raciocinio y la coherencia, precisamente todo de lo que parece prescindir Felipe Massa en sus declaraciones. Yo me imaginaba que el brasileño iba a ser un saco de problemas con la llegada de Alonso a Ferrari y han hecho falta apenas dos semanas para refrendarlo. En tan corto periodo de tiempo, desde que se hiciera oficial la llegada del asturiano a Maranello, Massa ya ha metido la pata hasta en fondo en un par de ocasiones. Y lo ha hecho sin necesidad, sin argumentos y sin posibilidad de obtener a cambio beneficio alguno, más bien lo contrario. Está quedando como un niño inseguro y asustado, que pone en marcha el ventilador de esparcir basura con la única intención de espantar sus propios fantasmas.

Pienso así por varias razones. En primer lugar, de nada sirve lamentarse de lo que pudo haber sido y no fue. Es un debate baldío plantearse qué hubiera pasado si el GP de Singapur del año pasado se hubiera desarrollado por derroteros diferentes. Por otro lado, Massa está cuestionando la legitimidad de un proceso de investigación que dejó a las claras que Alonso no tenía nada que ver en la conspiración de aquella carrera. Por último, aunque quizá más importante, incluso aunque tuviera más argumentos de los que en realidad tiene, lo inteligente hubiera sido que Massa hubiera evitado meterse en este charco, que hubiera estado calladito. Insisto en que no tiene nada que ganar, más allá del derecho a la pataleta, y en cambio siembra de espinas el camino de entrada de su nuevo compañero a la escudería. Poco inteligente, poco práctico, poco esperanzador...