A la hora de juzgar la cotización de un piloto en la Fórmula 1 hay distintos escalones. En primer lugar está el de los campeones. Si tienen varios títulos, mejor, y si se cree que puede aportar medio segundo extra al desarrollo del coche entonces ya es la pieza más cotizada. Pasó en tiempos con Schumacher y ahora sucede con Alonso. Una vez colocada la pieza de caza mayor, le toca el turno al resto. Y ahí entran los ganadores de grandes premios, como Robert Kubica, que ya venciera el año pasado en Montreal, un gran premio donde en 2007 la figura del Papa Juan Pablo II en su coche le hizo volver a nacer después de un pavoroso accidente.

El polaco ha fichado por Renault, donde llegará en busca de la libertad que no tuvo en BMW, por un año: "Estoy feliz de disputar con Renault la temporada 2010. Siento una especial conexión con este equipo desde que en 2005 ganara las World Series. Esto me dio la opción de debutar sobre un Fórmula 1 en Barcelona".

Esta Renault en recomposición tiene un hándicap, su presupuesto, y, sin embargo, un as bajo la manga, el escaso consumo de su motor. En Suzuka, por ejemplo, era el propulsor menos gastón con alrededor de 2,7 kilos por vuelta, por los más de tres del Ferrari. En 2010, ya sin repostajes, consumir menos equivaldrá a poder parar una o dos vueltas más tarde. Eso sí, si el R30 es como el R29... Robert, en cualquier caso, va a por todas: "Comparto con Renault su fuerte mentalidad y me gusta su actitud abierta y amistosa. Estoy motivado y optimista de poder estar en los primeros puestos de la parrilla o, incluso, luchar por el título mundial".

El polaco ha cerrado el acuerdo sólo por doce meses. No quiere condicionar su futuro y su nombre ya suena en las quinielas como posible recambio de Massa en Ferrari para 2011...