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Fórmula 1 | Flavio Briatore

Un ganador que piensa en volver

Con el italiano se va uno de los valores de la F-1, por su carisma y talento para descubrir pilotos

Carlos Miquel
Flavio Briatore

Cabizbajo, un hombre alto (1,86 metros) y desgarbado se sentó ahíto de emoción en una silla del muro de Renault en Interlagos (Brasil). El calendario estaba detenido en un 25 de septiembre de 2005, el día que Fernando Alonso metió a España en el Olimpo de la F-1. Flavio Briatore (59 años) dijo entonces que le pudo la intensidad del momento, su primer título mundial desde el regreso de Renault como escudería independiente a los grandes premios. Pero lo que al magnate italiano le preocupaba era el tumor cancerígeno que le detectaron pocos días antes.

Hasta que le operaron, y pudo mejorar su estado de salud, meditó muchas veces dejar las carreras. Una vez recuperado, siguió en 2007, ya sin Fernando para, según sus palabras, evitar una desbandada del equipo. Se pasó todo ese año cortejando al asturiano y, nada más terminar el Mundial con McLaren, la primera llamada que recibió Fernando en su móvil fue la de Flavio. Le prometió que volverían a ser campeones juntos, pero ni el magnate italiano ni su veterano grupo de pistoleros tenían ya la pujanza de antaño.

En las distancias cortas Briatore es bastante menos fiero de como le pintan. Alterna bromas con pronósticos ultraoptimistas sobre las carreras. Disfruta con las timbas de cartas y juega a menudo con su amigo Ecclestone. Flavio puede decirte en una parrilla frases del tipo: "Españoles, sangre de reyes". En plena tensión previa al gran premio. O bromear con tu exceso de peso: "Te cuidas demasiado...". A lo que respondes y aguanta sin problemas: "Tú también te estás poniendo gordo". No es un carrerista, apenas interviene en las tácticas de gran premio, pero, desde que entrara en la F-1 de la mano de Luciano Benetton en 1988 revolucionó las técnicas de márketing en los grandes premios. Y convirtió aquel viejo equipo Toleman en una escudería ganadora. Supo fichar a los mejores hasta llegar a lo más alto en 1994 con Michael Schumacher. Y ahora, con un golpe más duro que la enfermedad, no descarta volver a las carreras si la justicia civil le da la razón.