Indianápolis le debía la victoria a Espargaró

Tenía que ser en Indianápolis, donde más cerca había estado de conseguirlo con anterioridad, el escenario de la primera victoria mundialista de Pol Espargaró. Entonces, la lluvia que traía a cola el huracán Ike se confabuló contra él en beneficio de otro español, Nico Terol, pero ayer pudo desquitarse con un magnífico triunfo en una clásica carrera de 125cc, en grupo y a cara de perro hasta el final.

Y falta que le hacía, porque el de Granollers, con 18 años, corría el riesgo de convertirse en la eterna esperanza, en una joven promesa inacabada y quemada antes de tiempo porque se esperaba mucho de él. Ahora ya nadie podrá decir eso, porque Polyccio explotó en el mejor escenario posible, en la capital mundial de las carreras.

Terol fue el encargado de romper el pelotón y pronto se formó un grupo de cabeza con cinco integrantes, los dos citados más Smith, Corsi y Simón. Lideró la prueba Terol hasta dos vueltas del final, momento en el que Pol le pegó un hachazo en el final de recta y tiró a muerte hasta recibir el banderazo a cuadros en la yarda de ladrillos, sin que sus compañeros de viaje pudieran meterle rueda en esas dos últimas vueltas.

Fueron muchos los que se alegraron de su triunfo, el 92 de una Derbi, pero, sobre todo, su hermano Aleix, que antes de debutar en MotoGP tuvo la humildad y la solidaridad que se espera de todo hermano para sujetarle el paraguas en la parrilla. Al nuevo piloto de la clase reina no se le cayeron los anillos y ahora tendrá que aguantar por siempre que haya sido su hermano Pol el primer ganador de un gran premio para la familia.

Tras Pol, cruzaron la meta para escoltarle en el podio Smith y Corsi, mientras que Terol le quitó dos puntitos para la general a Simón, al relegarle al quinto puesto.