En el deporte, el factor psicológico juega un papel fundamental, es algo que ya sabemos todos. Tan importante para el éxito como que el cuerpo esté a punto es que lo esté la mente, para que el atleta sea capaz de enfrentarse con éxito a los retos de la competición y, sobre todo, a sus rivales. Además, en las especialidades básicamente individuales (aunque intervenga el trabajo de un equipo) y con una influencia significativa del riesgo, esta trascendencia del poder de la mente incluso se multiplica de forma exponencial. Es el caso de los deportes del motor, en los que un piloto se juega el físico, por no decir la vida, en un desafío particular ante un contrincante que tiene la prioridad que ser mejor que él. Saber gestionar esa tensión, esas situaciones límite, esa búsqueda de la excelencia frente a los demás es una de las claves del éxito. Algo en lo que Valentino Rossi es todo un maestro.

Por eso creo considero esencial que Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa, los dos españoles con aspiraciones al título de MotoGP, sean capaces de echarle el freno al italiano. Me gustó mucho como el mallorquín le ganó en Japón; tanto como tan poco la forma en la que Valentino le arrebató la victoria al catalán en Jerez. Porque el objetivo debe ser intentar poner a 'El Doctor' en su sitio, demostrarle que se le respeta pero no se le teme, que no es imbatible, que algún día alguien le jubilará... aunque ese momento tarde en llegar. Cada victoria del campeonísimo de Yamaha es un pilar que afianza su hegemonía, que le consolida en esa condición de intocable de la que no debería disfrutar, básicamente porque no lo es. Sí, es grandísimo, quizá el mejor de todos los tiempos, pero no puede estar ganando eternamente. Por eso Pedrosa y Lorenzo, tanto monta, monta tanto, deben aplicarse para hacerle entender a Valentino que se sienten capaces de derrumbar su leyenda. Porque cualquier otra cosa será rendirse antes de empezar...