La FIA inventa la pena fantasma para McLaren

Se establece un pulso. De un lado, Max Mosley, y del otro, McLaren. En Australia, Lewis Hamilton miente sobre si le pidieron que dejara pasar a Jarno Trulli con el coche de seguridad en pista, los comisarios se dan cuenta por las comunicaciones de radio y le vuelven a preguntar en Malaisia. A él y a su equipo. Insisten en su versión ya en Sepang y les descalifican de la carrera de Australia. La escudería inglesa despide a su director deportivo, Dave Ryan, y, aunque su brazo empieza a tambalearse en su pugna con la FIA, insisten en que ellos no han tenido que ver con las mentiras. Hamilton pide disculpas para evitar una sanción. Y Max Mosley, presidente del máximo organismo del automovilismo, da luz verde a un Consejo Mundial con el que piensa romperle la muñeca a su adversario. McLaren comienza a recular, Ron Dennis se desvincula del equipo, Martin Whitmarsh, su nuevo jefe, manda una carta de disculpas y, finalmente, en la vista ante el Consejo, reconoce todos los cargos. Es decir, haber suministrado pruebas falsas y mentido para subir al podio. Con el enemigo rendido y humillado, la FIA decide no ajusticiarle y no aplicar este año su sanción de tres carreras.

Es una penalización fantasma condicionada a que no incumplan de nuevo el artículo 151c del código deportivo durante un año. Según la sentencia, el Consejo Mundial reunido ayer en París actúa así por la nueva actitud al frente del equipo británico: "Después de escuchar la abierta y honesta manera en la que el jefe de McLaren, Martin Whitmarsh, se ha dirigido al Consejo y el cambio de cultura que él ha demostrado en la dirección del equipo, el Consejo decide suspender la penalización. Esa sanción es la exclusión del equipo de tres carreras del Mundial. Sólo se aplicará si, durante los próximos doce meses, vuelve a quebrantar el artículo 151c del Código Deportivo Internacional".

Al final, después de tanto ruido y sensación de que el mundo se iba a acabar, con rumores de que Hamilton podía irse a Brawn en lugar de Barrichello, de que después Lewis se retiraría pronto y hasta de que Mercedes estaba dispuesta a abandonar las carreras, ha sucedido lo previsible, que no iban a dejar una parrilla de veinte coches sin dos de sus principales protagonistas. Bernie Ecclestone no lo iba a permitir de ninguna manera.

El patrón del gran circo llegó a París en su avión privado procedente de Barcelona, donde pasó la noche después de ver el empate a cero entre el Chelsea de sus amores y el Barça. A sus 78 años, el salvador real de McLaren les dio un tirón de orejas: "Todo ha ido bien. Ha sido justo, honesto y directo. Martin Whitmarsh está contento. McLaren sabía que había hecho algo incorrecto y le han dado una bofetada. Y sí, la sanción es leve".