Le pregunta Carlos Miquel a Stefano Domenicali, el jefazo de la escudería Ferrari, por Fernando Alonso y el hombre, claro, dice lo que tiene que decir: que sí, que el asturiano es un grandísimo piloto pero que ellos tienen contrato con otros dos que también son muy buenos. Es sólo un episodio más de lo mucho que nos queda por escuchar de este asunto durante los próximos meses. Lo que desde luego no hará Domenicali, ni el presidente Montezemolo, ni el que abre la puerta de la verja de Maranello es decir que no necesitan a Alonso, que un piloto dos veces campeón del mundo tiene poco que aportar a su proyecto. Resultaría ridículo, ¿verdad? Eso sí que sería un notición, porque podría suponer que el futuro de rojo de nuestro piloto de Fórmula 1 no es tan evidente como ahora pinta.

Pero, insisto, ése no es el caso, más bien el contrario. Lo que quiero decir es que la lógica conduce, tarde o temprano, a Alonso a Ferrari. Si alguien conoce las cualidades y el potencial del español son, precisamente, los especialistas de los grandes premios, los que hacen posible este espectáculo deportivo sin parangón: los jefes de equipo, los ingenieros, los mecánicos, los patrocinadores... incluso el resto de los pilotos, sus rivales. Y todos, digan lo que digan en un determinado momento, son plenamente conscientes de que Fernando es una apuesta segura, un objetivo apreciado por cualquiera que persiga la gloria del triunfo. Así que el pobre Domenicali hace lo que puede: capear el temporal de la mejor manera que se le ocurre. Porque, como bien dice él mismo, lo que tenga que ser, será.