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GP de Japón | La contracrónica

Seamos felices

Fernando Alonso lo ha refrendado: cuando su mecánica le acompaña, siempre hay que contar con él. Ahora que Renault le ha dado un coche competitivo, él no defrauda y este segundo triunfo consecutivo es un regalo del que todos podemos disfrutar. Y aún quedan dos oportunidades...

Carpe diem.Lo dijo minutos después de su magistral victoria: hay que disfrutar del momento y ser felices. Pues si tú eres feliz, nosotros también, Fernando. Gracias por regalarnos un triunfo incluso más valioso que el de Singapur y, sobre todo, por espantar los fantasmas que comenzaban a acechar a los más escépticos. Si alguien pensaba que Alonso no volvería a ganar, que había perdido su magia, supongo que ya no albergará dudas de que estaba equivocado. La Fórmula 1, conviene recordarlo, es un deporte mecánico y cuando ese factor determinante no acompaña, poco se puede hacer. Incluso los más grandes (que le pregunten a Michael Schumacher) tienen dificultades para subsanar tales carencias. Pero lo esencial es que nuestro campeón no falla cuando las circunstancias le son propicias. Oportunidad que tiene, oportunidad que remata. Así es comprensible que se haya reconciliado con el éxito.

Mi podio ideal. Me encantó el podio de Fuji. Y no sólo porque en lo más alto estuviera un español (que también). Me gustó porque escoltándole se encontraban los otros dos pilotos que más me entusiasman de la parrilla. A su derecha, Robert Kubica, un tipo simpático y humilde, que se mantiene en la lucha por el título (aunque con opciones escasas) sin alharacas ni despilfarros de prepotencia. A la izquierda, Kimi Raikkonen, el piloto más rápido de la F-1 (no el mejor, que ése es otro) y que se pega un traguito de champán en el podio antes de esparcirlo a los cuatro vientos... no vaya a ser que se acabe. Dos campeones del mundo y otro que pretende serlo, cada uno en su estilo pero también, en mi opinión, con una manera de entender la competición más emocional que exhibicionista.

Campeonato desierto.Me decía irónicamente Carlos Miquel (con esa pasión que distingue a quienes saben transmitir las emociones del deporte) que a la vista del papelón de los favoritos, el campeonato 2008 bien podría declararse desierto. Aunque parte de razón no le falta, tampoco creo que sea para tanto. Digamos, simplificando, que la corona se posará sobre el menos malo, pero cada título se relaciona con las circunstancias en las que se disputa. Así ha sido siempre y así seguirá siendo, justo lo que provoca que, con el paso del tiempo, la historia distinga a los grandes campeones de los que parecen ocupar ese trono de modo interino.

¡Bravo por Renault!En el capítulo de las disculpas, creo que le debo una a Renault. Básicamente porque tengo que reconocer que estaba convencido de que no iban a ser capaces de remontar el vuelo este año. Pensaba que habían arrojado la toalla y que su objetivo pasaba ya por salvar los trastos de cara a 2009. Pues no. Han trabajado con tremenda efectividad y han sabido mejorar el R28 lo suficiente para devolver a Fernando a la senda del añorado triunfo. Y que el coche ha evolucionado lo demuestra también que Piquet acariciase el podio.

Emoción hasta el final.Lo bueno de todo esto, incluyendo la inconsistencia de Hamilton y Massa, es que vamos a disfrutar de un final de campaña apasionante. Por una parte, todos pendientes de que el británico de McLaren no se paseé de nuevo por el abismo de la catástrofe y sea capaz de contener al brasileño de Ferrari. Por otra, expectantes con lo que nos pueda deparar el resurgir de Alonso, un Ave Fénix que nos devuelve la ilusión y hace que los madrugones (el domingo que viene vuelve a tocar) merezcan la pena. Lo dicho: gracias, campeón.