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La serie ‘Like a Dragon: Yakuza’ cae en la trampa de no entender qué es Yakuza, su identidad y su legado
Los tres primeros episodios de la serie basada en el popular videojuego pierden la perspectiva de cómo tratar la licencia.
Cuando Ryoma Takeuchi desveló que le pidieron no jugar a los juegos para interpretar a Kiryu Kazuma, algo raro se olía en el ambiente. Antes de ver la serie puedes pensar que quizá sea para darle un aire renovado al Dragón de Dojima, pero cuando te sientas frente al televisor el día de su estreno entiendes definitivamente el motivo: de adaptación, lo que es adaptar una saga de otro medio al formato televisivo intentando ser fiel, tiene poco. Nos encontramos con una reimaginación de la franquicia Yakuza a todos los niveles.
No debes pasar por alto que señalamos la franquicia en su totalidad. Aunque la serie esté centrada en el contexto de la primera entrega, rompe por completo con los eventos que construyó el Ryu Ga Gotoku Studio con su precuela, Yakuza 0. Para la serie de Prime Video no existe lo que ocurrió en el universo del juego en 1988. Bueno, por existir existe más bien poco de la identidad de la saga. Coge los nombres, clanes, cierto lore de Kamurocho y para de contar. Las motivaciones de los personajes son diferentes, incluso su punto de partida y los eventos que dan pie a la transición al año 2005 (con momentos de retrospectiva al año 1995).
‘Like a Dragon: Yakuza’ reimagina la saga perdiendo la identidad del juego por el camino
Si lo que se busca es reimaginar una obra, el espectador lo que espera encontrar es al menos el mismo nivel de calidad que el material original. Sin embargo, el empaque y los momentos que golpean duro en el videojuego están completamente desaparecidos. La serie parte desde los orígenes de los personajes justo antes de unirse a la yakuza, en contraposición al inicio del videojuego. En el medio interactivo, Kiryu cubre a su íntimo amigo Nishikiyama (que tras jugar a Yakuza 0 sientes todavía más la conexión de hermandad entre ambos) en el asesinato de Sohei Dojima, el jefe de la familia Dojima... el jefe de la familia a la que pertenecen. Nishiki tenía un motivo de peso: su amiga del alma, Yumi Sawamura, con quien se crió en el orfanato Sunflower junto a Kiryu, sufrió abusos por parte de su patriarca. Cuando el joven se enteró de lo que estaba ocurriendo, agarró un revolver y se dirigió a la oficina donde apretó finalmente apretó el gatillo para salvarla.
¿Por qué Kiryu termina pasando 10 años en la cárcel? En la serie todavía es un misterio. Sin embargo, en el videojuego ocurre por la hermana de Nishiki, enferma durante años y cuyo único refugio es el apoyo de su hermano. Kiryu prefiere salvar a su aniki y a Yumi, el amor de su vida, antes de que ellos perdieran todo lo que tenían. Lo que el juego transmite al arrancar es un regalo de amor y fraternidad tan poderoso que su reflejo en la serie ni siquiera puede permitirse el lujo de compararse. Es blando, tópico, previsible.
El retrato inicial de Kiryu y Nishiki es el de unos alocados casi adolescentes que buscan forjarse una vida lejos del orfanato. A Kiryu le encanta la pelea callejera en los suburbios de Kamurocho y su sueño es convertirse en el mejor peleador, el denominado “Dragón de Dojima”. Que la serie defina ese título de esta manera es no entender de qué va la película. En una de las escenas flashback aparece el mismísimo Shintaro Kazama dándole consejos en el córner de un improvisado ring. Colocar al mejor hitman histórico del clan Tojo y pieza clave en la vida del personaje en esa tesitura es simplemente incomprensible.
Además, que ambos jóvenes quisieran unirse a la yakuza tiene un mensaje mucho más potente y personal de lo que escribe la serie. Quieren verse reflejados en Kazama, la única figura paternal que han conocido. No se unen por el dinero, las mujeres o por saldar la deuda de un atraco random. No. Lo hacen por querer seguir los pasos de quien una vez les salvó de la calle. Otra cosa que tampoco han entendido. Cuando Kiryu le grita “mi padre murió hace mucho tiempo” duele como un puñal en el costado. Es algo que jamás diría.
Con esto no queremos decir que la narrativa y el guion del primer Yakuza sean perfectos. De hecho, en muchas cosas ha envejecido mal. Yumi, pese a que tiene un papel clave, se pasa el grueso de la historia en un segundo plano. Se agradece que en la serie se extienda su presencia junto a la de otros rostros como Date-san, pero no siempre lo hacen de la manera en la que los vemos dentro del juego. Es, de nuevo, otra cosa.
Nuestras conclusiones llegarán tras ver lo que resta de temporada. Allí hablaremos de lo bien o mal que se da como un drama criminal. Por ahora el juicio frente al videojuego lo ha perdido con resultados nefastos para los fans.
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