La subida de Xbox Pass era inevitable y confirma lo sabido: era insostenible. Pero sigue siendo atractivo
Pese a la (lógica) indignación, hay que ver más allá del enfado del momento
Muchos llevamos tiempo pensando y diciendo que lo de Xbox Game Pass no era normal, y que era más una estrategia competitiva a largo plazo que algo que fuera a ser permanente. Es pura estrategia comercial, tan vieja como el propio capitalismo: copas el mercado, y cuando lo tienes impones las condiciones que realmente te interesan. No tan diferente de lo que hizo Sony cuando le comió la tostada a Sega y a Nintendo con Playstation: no ganar dinero con cada consola vendida para que fuera la máquina más competitiva y compensarlo con los royalties por juego vendido (una estrategia que funcionó hasta la llegada de PS3, en donde las pérdidas por unidad demostraron ser inasumibles, y eso con una máquina que ya era tremendamente cara).
Vamos a ser claros: a nadie le gusta que le suban el precio de nada y todos somos muy libres de cancelar nuestras suscripciones y patear muy fuerte el suelo. Pero lo que ofrecía Ultimate Xbox Pass era ridículo, siempre lo ha sido, y lo era más con la adquisición de Bethesda y Activision Blizzard particularmente. Más que el precio de la suscripción, era el concepto de los juegos disponibles Día 1, el elemento más alucinante de todo este entramado. Seguro que los directivos de Sony y Nintendo, que saben lo que cuesta hoy en día producir un juego AAA, se frotaban los ojos ante la idea.
Ni con la subida, tiene sentido que por 26.99€ al mes tengas, sólo este mes de octubre, tres juegos nuevos como Ninja Gaiden 4, Keeper y The Outer Worlds 2 (comprar Ninja Gaiden 4 sólo ya son 70€, o un poco menos dependiendo de tienda). Además de un catálogo enorme ya disponible con más juegos de los que tienes tiempos de jugar. Y el mes que viene, Call of Duty.
El nuevo precio lo convierte en un servicio menos casual y más dedicado, que seguramente interese a un menor número de usuarios, que es exactamente la idea: menos usuarios de pass (pero dejando más dinero) y más gente comprando COD, o el juego que sea. Es más razonable, aunque se me escapa el motivo por el que se han establecido Premium, que queda en territorio de absolutamente nadie. Posiblemente sea una estrategia de marketing para dejar mejor a Essential (si sólo quieres jugar online y ya) y Ultimate (que es el servicio verdaderamente interesante).
Y sí, soy muy consciente de toda la indignación y los (ridículos) juegos de humos y espejos que se están usando para justificar algo que, en un mundo más claro y directo, tendría una argumentación clara y evidente. Bastaría con un “señores, hemos intentado una conquista de mercado a base de sangrar dinero, pero los índices de crecimiento no están donde queríamos y tenemos que cambiar de estrategia”. Pero no, hay que montar al circo de tres pistas con payasos y malabares buscando que comulguemos con rueda de molinos, que si es un servicio mejor, que ahora puedes jugar a todos los Assassin’s Creed que puedas digerir y hasta te puedes enganchar a Fortnite como nunca. El mundo debería ser un lugar más simple.
También recuerdo bien los golpes en el pecho, afirmando que las diferentes adquisiciones no iban a cambiar la naturaleza de pass, ni tampoco iban a afectar a los empleados. Y Papa Noel llegará a nuestras casas en trineo todos los meses, también. Me sentiría engañado, pero sólo si me lo hubiera creído en algún momento, claro.
A riesgo de ser impopular (os leo), sí diré que el precio de Ultimate sigue siendo tremendamente atractivo para lo que ofrece, si eres la clase de usuario que devora juegos mes a mes y no sientes apego por el valor del título en tu librería (digital o real). A nivel de valor por euro o dólar pagado, se me ocurren pocas ofertas mejores ahora mismo en el panorama. Me cuesta, eso sí, ver exactamente cuál es la estrategia de Microsoft a futuro, entre tanto bandazo, pero ese es un problema de Phil Spencer, de Nadella (el principal instigador de todo esto) y de los accionistas de Microsoft. Yo seguiré jugando, gracias.
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