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Xbox quiere acabar con las exclusivas, pero culpa a PlayStation de no poder hacerlo
El jefe de Microsoft asegura que la compañía de Sony es la que ha definido el marco de las exclusivas porque es líder de mercado.
El pulso entra la Federal Trade Commission (FTC) de Estados Unidos y Microsoft se libra ante un tribunal federal, donde los de Redmond tratan de convencer a la jueza de que la compra de Activision Blizzard no hará mella en la libre competitividad del mercado. En ese contexto, el presidente de la gigante norteamericana, Satya Nadella, ha culpado directamente a PlayStation de que lo juegos exclusivos sigan existiendo, tal y como recoge The Verge.
“He crecido en una compañía que siempre ha creído que el software debería funcionar en tantas plataformas como sea posible, creo en esto”, ha puntualizado. Sin embargo,el directivo no ha dudado en señalar a Sony como responsable de que no se haya podido caminar en esa senda.
“Si fuera por mí, me encantaría librarme de todos los exclusivos en consolas, pero eso no me corresponde, sobre todo teniendo en cuenta que somos un agente minoritario en el mercado de consolas”, por lo que el dominante [PlayStation] ha definido el mercado usando los exclusivos. Ese es el mundo en el que nos ha tocado vivir”.
Una llamada al presidente de Sony
De acuerdo con Nadella, no siente ningún amor por el mundo de los exclusivos, pero Xbox se ha visto obligada a seguir una estrategia similar. Ante las preocupaciones de Sony con respecto a la posible exclusividad de Call of Duty, el consejero delegado de Microsoft ha revelado que contactó con el presidente de Sony para explicarle sus planes antes de que el anuncio de la adquisición se hiciera oficial.
“Quise dejar muy claro a [Kenichiro] Yoshida-san, que es alguien con el que tengo una fantástica relación, que no debería haber ninguna ambigüedad en nuestro apoyo a la plataforma de Sony de ahora en adelante. Y que con Activision, nuestro compromiso con la plataforma se reforzaría”.
La adquisición de Activision Blizzard ya se ha aprobado en más de 40 países, incluida la Unión Europea, aunque fue rechazada por el Reino Unido.