‘Alejandro Magno: La creación de un dios’. Un docuserie que llega con polémica

Netflix recupera el modelo de docuserie, con el que ya ha triunfado en anteriores ocasiones: ‘La reina Cleopatra’, ‘El imperio romano’ y ‘Mehmed contra Vlad’, para presentar otra de las grandes figuras de la historia: Alejandro Magno.

La serie llega rodeada de cierta polémica por los numerosos y gruesos errores históricos que contiene y por el revuelo que ha causado en el parlamento griego el que se haya incidido sobremanera en la supuesta relación homosexual que mantenía con su amigo Hefestión, que en ningún momento se ha confirmado por fuentes históricas de la época.

Si pasamos por alto sus muchas inexactitudes históricas, algo difícil de creer en este tipo de productos a los que se suman muchos comentarios de expertos en el tema, la historia resulta entretenida porque Alejandro, como personaje, es fascinante.

El relato presenta su ascenso al trono tras la conspiración que termina con el asesinato de su padre Filipo II (que por cierto aquí ni es tuerto ni cojo), su consolidación en el poder, la conquista del imperio persa y su llegada a Egipto para convertirse en dios viviente.

El actor encargado de dar vida a Alejandro es el británico Buck Braithwaite, que, a pesar de medir casi 25 centímetros más que el macedonio, sacarle 15 años en tiempos del relato y ser diestro, consigue hacer creíble el papel.

Por el camino hasta el templo de Siwa se quedan hechos notables como el asedio de Tiro, me imagino que por costes de producción, y otros son recreados de manera burda como el célebre nudo gordiano. Hay más ‘salseo’ que Historia.

¿Merece la pena ‘Alejandro Magno: La creación de un dios’?