Libros

Reseña de ‘Antes vivíamos aquí’, uno de los libros más aterradores del año y el próximo fenómeno de Netflix

La primera novela de Marcus Kliewer hizo temblar a Stephen King en su propio feudo y es una fantástica opción para esas noches de frío en las que uno se refugia bajo las sábanas mientras las ramas de los árboles arañan los cristales de la ventana.

(4 estrellas)

Goodreads es para los amantes de los libros lo que Letterboxd para los cinéfilos. Una droga, una obsesión, una inyección de dopamina tras cada novela leída y cada película vista. Son los clavos con los que se sacan otros clavos: las alcayatas de Instagram y TikTok.

Además de por su desafío de lectura, la plataforma es conocida por los premios que otorga a finales de año a las mejores novelas del curso. Galardones en los que siempre hay un denominador común: Stephen King. El maestro del terror ha dominado su género con puño de hierro y lleva 10 victorias en 16 ediciones. El único con más es Rick Riordan en la categoría infantil (con 11) y por detrás, la más cercana es Sarah J. Maas (7 en young adult).

Todo este soliloquio sobre Goodreads lo que busca es poner de manifiesto el mérito de ‘Antes vivíamos aquí. Con su primera novela, Marcus Kliewer estuvo a un puñado de votos de arrebatarle a King el premio de 2024. Aclamado por el público, hizo temblar al rey del terror en su propio feudo. Ahora, un año después, el libro llega a nuestro país de la mano de Nocturna Ediciones y lo hace para provocar pesadillas también en castellano y para demostrarnos por qué Netflix se ha hecho con sus derechos convencida de que estamos ante la nueva ‘Maldición de Hill House.

“Cuando era niña, gracias a una imaginación hiperactiva, estaba medio convencida de que algo maligno residía en todos y cada uno de los sótanos. Tenía pesadillas con eso. El terror sin nombre. Siempre acechando a escondidas, silencioso y sin cara, y tan horrible que ni siquiera podía describirlo. Daba igual en qué sótano o en qué casa estuviera, siempre tenía la misma sensación. Como si ese terror indescriptible pudiera dividirse y multiplicarse a lo largo de todos los sótanos del mundo”.

‘Antes vivíamos aquí’ narra la historia de Eve, una joven que se ha mudado a una bucólica casita en medio del bosque para reformarla junto a su pareja y después venderla. Un buen día, en tan recóndito lugar, un hombre llama al timbre con su esposa y sus tres hijos. Asegura que vivió allí cuando era pequeño y pregunta a nuestra protagonista si podría hacer una visita rápida para enseñarle a su familia su antiguo hogar. Si Eve se hubiera negado no habríamos tenido libro y nos hubiéramos ahorrado un par de noches en vela.

Sabiendo que es un libro de terror (de hecho, está en nuestra lista de novelas que demuestran que leer también da miedo), más de uno pensará que le basta con esa sinopsis para adivinar el resto de la historia. Seguro que el visitante es algún tipo de asesino, ladrón o monstruo. Todo apunta a slasher, al secuestro de Eve y a unas cuantas persecuciones por el bosque. Debe ser otro relato derivado de ‘Funny Games’. Una familia de perturbados realizando algún tipo de ritual chamánico. ¡Qué típico!

Nada más lejos de la realidad.

Al igual que la primera mitad de ‘Barbarian’ (la fabulosa película con la que debutó el también fabuloso Zach Cregger), ‘Antes vivíamos aquí’ juega con las convenciones del género y con todo lo que te has acostumbrado a esperar de un relato de terror. Sabe que sus lectores ya abordan la primera página con una linterna y una cámara, dispuestos a descubrir al fantasma de turno. Para desarmarlos, el autor hace que todo en el libro se mantenga verosímil. No hay una nota fuera de tono.

Si se produce un suceso extraño, inesperado o molesto, incluso los visitantes de Eve parecen reaccionar tal y como lo haríamos nosotros. Nada ni nadie se antoja sospechoso, sino normal, genunino. Parte de la gracia de la novela reside en esa capacidad para generar malestar cuando todo aparenta ir bien. Despierta tu sentido arácnido sin que sepas la razón. Así describe la propia protagonista dicha sensación:

Se quedó sentada, apoyando la barbilla en las manos, mientras todos los extraños sucesos de la noche resonaban en su cabeza como guijarros en una lata. Vale, ninguna cosa por sí sola era lo bastante relevante como para justificar una preocupación extrema, pero el conjunto, la suma de todo, y...

Kliewer logra ese incómodo clima de varias maneras. La primera palanca es argumental. Hace que la verdadera amenaza sea siempre aquello que tienes fuera de tus sospechas. Pone el foco sobre ciertos personajes y acontecimientos para engañarte. La segunda es de estilo. Las metáforas y comparaciones que usa. Las anécdotas con la que enriquece la historia. Los recuerdos de sus personajes. Absolutamente todos esos ingredientes son de lo más perturbador.

Aquí la vejez no se nota en las arrugas de un personaje, sino en esos ojos suyos “que han visto demasiados ataúdes yendo bajo tierra”. Los pinos con los que colinda la finca no aportan color y protección, sino que parecen personas muy altas que dan la impresión de que te están espiando. Las húmedades no apestan, sino que se siente como si uno “tuviera la boca llena de monedas”. Basta con ver que la voz de la conciencia de Eve no es Pepito Grillo, sino un Jolly Chimp.

Si un personaje menciona que va a Minnesota, te cuenta sobre las personas que mueren congeladas allí. Si otro te habla de su pasión fotografía, te recuerda cuando un familiar logró sacar una instantánea a un demonio alado. Pero siempre con la navaja de Ockham en boca de todos. Cada personaje trata de dar una explicación sencilla y racional.

Entre un capítulo y otro, el autor añade además documentos policiales o transcripciones de foros de internet sobre temas igual de escabrosos. Apéndicas que van conectado con la historia según pasan las páginas. Creednos cuando os decimos que no vais a querer saber qué es el “síndrome terminal de la madriguera”, la “pareidolia” o el “transtorno Capgras”.

El libro nació como un relato serializado en Reddit y se alzó con varios premios en distintos foros de renombre. Acumuló millones de lectores y fue entonces cuando las editoriales y Netflix entraron en juego. Está concepción queda patente en esos capítulos cortitos y perfectos para enganchar a quien lleve tiempo sin leer. Se nota que su autor fidelizaba y leía teorías y comentarios entre actualizaciones, lo que le ayudó a subvertir teorías y realizar varios giros de guion justo cuando el pescado parece vendido.

Comparado con ‘Parásitos’, ‘La casa de hojas’ y ‘Dark’ en su contraportada, a nosotros nos ha recordado más a ‘La maldición de Hill House’ que citábamos antes y al famoso hotel Overlook de Stephen King. De hecho, sus documentos policiales entre capítulos recuerdan a los que había en ‘El visitante’, otra de las obras del autor. Los parecidos son innegables según va tomando protagonista la gran estrella de la obra: la casa.

Para algunos, la casa es un enorme laberinto que se extiende a través del tiempo y el espacio y atrapa a civiles desprevenidos en un entramado de terror infinito. Según otros, es una simple metáfora: un espejo en el que la humanidad ve reflejada su propia fascinación por los edificios abandonados. Hay cientos de teorías. Obtendrás una historia distinta en función de a quién le preguntes y de cuántas caladas le haya dado a una cachimba”.

En líneas generales, ‘Antes víviamos aquí’ es una lectura rápida y entretenida, adictiva y de lo más recomendable. Por su halo de misterio, por la atmósfera que logra su autor y por esa protagonista, una Eve con la que es difícil no empatizar: trata de agradar a todos y cada vez acumula más rabia en su interior debido a ello. Una bomba de relojería andante.

Es verdad que cuanto más se aleja de la casa, peor funciona la novela y más puertas abiertas deja. El resto de personajes tampoco se equiparan a Eve y una vez abrazado lo paranormal, todo pierde un poco de gracia por más vertiginoso que se vuelva. Ya se sabe, los monstruos siempre ganan en la sombra y pierden a la luz de la mañana. Los controvertidos terceros actos del género son ya un cliché y hubiera sido demasiado bonito que Marcus Kliewer heredase solo lo bueno de Stephen King. A pesar de su final, no deja un regusto amargo y no te quita en ningún momento las ganas de recomendarlo y hablar de él. A poco que la adaptación con Blake Lively sea la mitad de buena, Netflix ha encontrado una nueva mina de oro.

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