The Dark Pictures: The Devil in Me
- PlataformaXBS8PC8PS48XBO8PS58
- GéneroAventura
- DesarrolladorSupermassive Games
- Lanzamiento18/11/2022
- TextoEspañol
- VocesEspañol
- EditorBandai Namco Entertainment
The Devil in Me, análisis. Como poner a Jigsaw al frente del Hotel Overlook
Analizamos el cuarto juego de la saga The Dark Pictures Anthology, en esta ocasión centrado en los asesinos en serie y la arquitectura del terror.
Cuatro años después, la primera temporada de The Dark Pictures llega a su fin. La antología de juegos terror de Supermassive Games (creadores de Until Dawn y The Quarry) se despide con The Devil in Me, una cuarta entrega que nos ha parecido la mejor hasta la fecha. No es sólo que siga puliendo la fórmula a base de añadir agradables novedades, sino que en esta ocasión los ingredientes clásicos (historia, ambientación y sustos) funcionan todos a las mil maravillas. En pleno auge de las ficciones sobre asesinos en serie, Supermassive y Bandai Namco se marcan una delicatessen para los fans del género que bien podría llevar la firma de Jigsaw. Un trabajo notable que nos garantiza una o dos noches de palomitas, saltos en el sofá y risas con nuestra pareja y amigos. Aunque esta season finale no pudo llegar a tiempo para Halloween y se ha hecho de rogar, la espera ha merecido la pena.
El primer juego de la saga, Man of Medan, hablaba de barcos fantasma y epidemias y plagas sobrenaturales. El segundo, Little Hope, trataba el tema de las cazas de brujas y los bosques encantados. En el tercero, House of Ashes, encontrábamos militares que se internaban donde no debían y despertaban maldiciones ancestrales. Al juego que hoy nos ocupa, The Devil in Me, le tocan los asesinos en serie y la arquitectura del terror, es decir, las casas, hoteles y hasta islas recónditas que han sido construidas y diseñadas con una sola idea en mente: matar a sus huéspedes e inquilinos. Espejos tras los que hay una cámara, paredes que se mueven a nuestras espaldas, animatronics, cámaras de gas, fosos con pinchos y cuantas trampas y desafíos mortales se os puedan ocurrir. Que tiemble el Overlook.
Arquitectos en serie
Como siempre, estamos ante un juego eminentemente narrativo que dura alrededor de 6 horas. Su trama transcurre en un solo día y es independiente y autoconclusiva (no hace falta haberse pasado las anteriores entregas de The Dark Pictures). Esta vez, la historia real de la que parte todo es la de H. H. Holmes, uno de los primeros asesinos en serie que hubo en Estados Unidos. Apodado Dr. Holmes, se calcula que mató a cerca de trescientas personas a finales del siglo XIX. Por medio de estafas, Holmes adquirió un terreno en Chicago y construyó un hotel del que sólo él conocía su disposición interna. Era un laberinto, una fortaleza, el llamado Castillo Holmes. Durante los seis meses que la ciudad del viento acogió la Exposición Mundial Colombina de 1893, decenas de turistas se alojaron en el hotel y fueron pasto de aquella fábrica de muerte. Los detalles sobre su método y caso, plasmados con acierto y esmero en The Devil in Me, son nuestro punto de partida.
Porque no estamos ante un juego de época. Prólogo al margen, la historia no se ambienta en 1893, sino en el presente, en el mundo contemporáneo, donde un equipo de documentalistas está haciendo un reportaje de televisión sobre H. H. Holmes. Durante su grabación, sus cinco componentes son invitados a la mansión de un descendiente del asesino, Grantem Du Pet, que ha abierto un museo con los enseres del mismo y recreado las estancias y composición de su castillo, el World’s Fair Hotel. Convencidos del valor añadido que supone para su trabajo, nuestros cinco cineastas aceptan y se sumergen en un viaje que pronto torna en pesadilla.
El grupo es un nuevo desfile de rostros conocidos de Hollywood. Tenemos a Paul Kaye (Juego de Tronos) en el papel de Charlie, el director del documental, un déspota con ínfulas de Spielberg. Jessie Buckley (Men, Estoy pensando en dejarlo) hace las veces de Kate Wilder, la presentadora hastiada de sus compañeros y de la cutrez de serie en la que trabaja. Fehinti Balogun (Dune) es Mark, el cámara enamorado de Kate. Gloria Obianyo (también de Dune) se mete en la piel de Jamie, la sarcástica y cínica responsable de iluminación. Y Nikky Patel (Coronation Street) se transforma en Erin, la pobre sonidista a la que los demás explotan y usan como runner y secretaria.
Sustos > Tensión
Sin hacer spoilers, la historia nos ha parecido divertida y con ritmo. Hasta compramos su tercer acto y los siempre complicados giros finales y ases bajo la manga. Los personajes y las relaciones entre ellos funcionan y la ambientación en que se desenvuelven resulta arrebatadora. Los homenajes a Saw, El Resplandor, Psicosis, La Casa de Cera, Halloween y Viernes 13 son constantes y harán las delicias de los más cinéfilos. En cuanto a jumpscares, tenemos buenas noticias. La entrega del año pasado, House of Ashes, cambió el terror por la tensión y no terminó de convencer a todos. The Devil in Me retoma la senda de los sustos y dejadnos deciros que tiene algunos de nuestros preferidos de toda la saga.
A los mandos, el concepto es el habitual. Muchas cinemáticas, muchas decisiones con consecuencias importantes en la historia y muchos quick time events (pulsa el botón correcto en el momento indicado, machaca este otro, mantén apretado aquel… etcétera). Vamos saltando de un personaje a otro, explorando diversos escenarios y descubriendo más o menos detalles sobre lo que sucede en función de los coleccionables que encontramos. Lo mejor vuelve a ser que hay permadeath (si metemos la pata y matan a un personaje, la trama sigue sin él) y las maravillosas opciones cooperativas marca de la casa (se puede disfrutar online de principio a fin con otro amigo o de manera local con hasta cinco personas repartiéndose a los protagonistas y pasándose el mando según toque). Como los anteriores, The Devil in Me agradece de varias pasadas y rejugados para descubrir todos sus secretos, finales y posibilidades.
Pero dentro de este lógico conservadurismo, la saga ha recorrido un largo camino y nunca ha dejado de mejorar y añadir matices. Las diferencias entre la primera entrega, Man of Medan, y la actual, The Devil in Me, son notorias. La principal y más importante es la cámara. Se mantiene (y potencia) la cámara libre que introdujera House of Ashes y con la que parece romperse de manera definitiva con las cámaras fijas del original y de Little Hope. Esto nos otorga una mayor libertad de movimiento y permite escenarios más amplios donde los personajes pueden correr, saltar, trepar y mover objetos para solventar puzles sencillos y acceder a nuevas zonas. Sigue siendo de lo más básico; sigue siendo de lo más accesible, lineal y mecánico, pero los juegos de Supermassive cada vez se parecen más a los survival horror de antaño y menos al género que comparten con Quantic Dream (Heavy Rain, Detroit: Become Human) y Telltale Games (The Walking Dead, The Wolf Among Us). La evolución está siendo natural y agraciada.
En esta ocasión, los grandes añadidos son una especie de inventario en el que guardar objetos y la existencia de habilidades especiales para cada personaje. Por ejemplo, el director del documental puede forzar cerraduras, el cámara utiliza su trípode para alcanzar objetos elevados, la sonidista tira de su micrófono para oír a través de las paredes, etcétera. Insistimos en que sigue siendo muy básico y en que ninguno de estos “poderes” se desarrolla. A veces se utilizan una vez por exigencias del guion y hasta luego. Que nadie espere diversos modos de encarar con ellos según qué situaciones. Ahora bie, estos añadidos lo que aportan es variedad, frescura, que cuando le pases el mando a un amigo no sea para verle haciendo exactamente lo mismo con otro personaje. Que cambien aunque sean los dispositivos con los que cada héroe se da luz (un móvil, un mechero, el flash de una cámara). Que haya nuevos puzles extra por sencillos que sean (los típicos de mover contenedores para alcanzar lugares elevados o de seguir cables eléctricos en busca de sus interruptores). Y el objetivo lo logra, si bien la idea tiene mucho margen de mejora y desarrollo.
Excelencia audiovisual
A nivel gráfico, The Dark Pictures es un espectáculo digno de verse en pantalla grande. Los escenarios fotorrealistas, la iluminación, el modelado de personajes… Además, los tirones y las cargas de texturas de anteriores entregas han sido casi erradicados en The Devil in Me (casi). De ahora en adelante todos los esfuerzos de la compañía deberían centrarse ya en las animaciones corporales y las expresiones faciales. No porque estén mal, ni mucho menos (andan ostensiblemente por encima de la media), pero el resultado sería sobrecogedor en caso de poner dicho apartado a la altura del resto. Hablaríamos de un referente y modelo a seguir en la industria. Hasta entonces, ciertos movimientos extraños con los ojos, la boca y las extremidades rompen de cuando en cuando el hechizo.
Cerramos con la mención de turno al gran trabajo de doblaje (ignorando a cierto personaje del prólogo) y con un nuevo aplauso para Jason Graves, el excelso compositor de la saga, quien vuelve para demostrar una vez más que es garantía de calidad. En esta ocasión las secciones con Erin, la sonidista del equipo, juegan más que de costumbre con los efectos y la banda sonora, resultando un campo especialmente destacable y meritorio. El resultado sólo queda empañado por un fallito ya habitual de la franquicia: algunas líneas de diálogo saltan en inglés aunque tengamos el audio en castellano. You know, God tempers the wind to the shorn lamb.
Conclusión
The Devil in Me es nuestra entrega favorita de The Dark Pictures hasta la fecha. La más pulida y variada, la mejor en cuanto a ritmo y sustos. Se trata de un regalo para los fans de las historias de asesinos en serie y de las casas llenas de trampas y pruebas mortales. Es el resultado de poner a Jigsaw al frente del Hotel Overlook. Respeta al dedillo la fórmula tradicional de la saga (cinemáticas, quick time events y decisiones), pero la renueva y hace evolucionar con ideas inéditas (sistema de inventario, habilidades para cada personaje… etcétera). Sigue siendo de lo más accesible y básico, pero cada vez se conforma menos con ser una mera experiencia narrativa e incorpora más de los survival horror clásicos. En definitiva, The Devil in Me es un pasito adelante y un juego capaz de regalarnos un par de noches divertidísimas, sobre todo en compañía. Haced palomitas, apagad las luces y preparaos para conocer al diablo.
Lo mejor
- La permadeath y los modos cooperativos.
- Ambientación, ritmo, sustos... la historia funciona a las mil maravillas.
- A nivel gráfico y sonoro es un espectáculo.
- Que siga aportando novedades a la fórmula.
Lo peor
- Repite fallos (muy puntales) de entregas previas: alguna carga de texturas, líneas de diálogo en inglés...
- Los nuevos puzles son un poco génericos y las habilidades están sin desarrollar. Hay margen de mejora jugable.
Muy Bueno
Juego de notable acabado que disfrutaremos y recordaremos. Una buena compra, muy recomendable para amantes del género. Está bien cuidado a todos los niveles. Cómpralo.