Análisis de Shantae Advance: Risky Revolution, la resurección de una secuela cancelada

Érase una vez una semigenio que debutó durante el ocaso de Game Boy Color. Era una semigenio encantadora dentro de un metroidvania original y divertido y, aunque tuvo un estreno discreto, fue querida por el público. No obstante, su secuela para Game Boy Advance no pudo cumplirse, porque sus padres, Erin y Matt Bozon —quien co-fundó Wayforward— no podían encontrar publisher. Gracias al crowdfunding y a la autopublicación, Shantae vivió nuevas aventuras y hoy por fin Wayforward ha podido hacer su deseo —y el de los fans— realidad: lanzar Shantae Advance: Risky Revolution bajo la distribución de Limited Run. Desde el pasado agosto lo tenemos disponible para Game Boy Advance, Nintendo Switch, PlayStation 4 y 5, Xbox One, Xbox Series X|S y PC.

El rescate de un juego vintage

Shantae se ha erigido como la heroína de Wayforward a lo largo de más de 20 años y se ha granjeado el cariño de los fans que, entrega tras entrega, han ido cayendo rendidos ante su danza oriental. Esta saga de Wayforward se ha mantenido fiel a su fórmula metroidvania, siempre aportando frescura e identidad en cada entrega, manteniendo un delicado equilibrado entre la familiaridad y la novedad, sin caer en el continuismo y sorprendiendo siempre al jugador.

Shantae Advance: Risky Revolution recupera el pixel-art que se aprecia en los títulos más antiguos como Shantae: Risky’s Revenge o Shantae And The Pirate’s Curse, a los que se añaden retratos en HD. Esta vez, añade paneles laterales para no deformar la imagen del juego, con lo que aporta ese toque de nostalgia. También regresa esa característica BSO oriental electrónica que se ha convertido en el sello musical de la saga, esta vez en el formato MIDI que se pretendía para su estreno original.

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Una danza descontrolada

Los controles mantienen una precisión satisfactoria, si bien el mapeado puede hacerse algo enredado y a veces frustrante. Por ejemplo, pulsando L varias veces rápidamente podemos navegar por el repertorio de objetos mágicos y con una sola pulsación utilizamos nuestra selección, con lo que es fácil gastar un recurso por accidente al no identificarse bien la pulsación. Incluso las instrucciones no se corresponden con la funcionalidad de algunos controles, sobre todo en ciertas danzas.

Si jugamos a este título en sistemas modernos, podemos optar por el Modo Historia, que es la versión estándar y actual, o el Modo Clásico, que es el juego concebido para Game Boy Advance, aunque lamentablemente no existe cross-save. Cabe mencionar que el Modo Historia está localizado al español latino, con cierta solvencia pero ocasionales incoherencias. Y al menú de juego se suma también el Modo Batalla, un brawler para 2-4 jugadores que abre las dimensiones del juego como un entretenido party-game.

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A pesar de las insuficiencias de su adaptación, Shantae vuelve a ofrecernos una aventura metroidvania con su característico humor inocente y absurdo, su sensualidad y su diversión. Además, ha sabido encontrar una curva de dificultad suave, con un plataformeo sencillo, biomas variados y un nivel de desafío justo y asequible, lo cual lo convierte en un título atractivo para aquellos jugadores a los que se suelen ver intimidados por la dificultad habitual en el género.

El terremoto de Risky Boots

Nuestra aventura comienza, como es habitual, en la ciudad Scuttle, donde vive Shantae. Su tío Mimic ha creado un ventilador masivo para alejar a los enemigos de la bahía y así evitar saqueos. No obstante, la malvada pirata Risky Boots se ha adelantado a esta estrategia: se ha hecho con un artilugio que es capaz de mover los cimientos de cualquier región y llevarlos hasta ella, con lo que ni necesitaría echarse a la mar para buscar nuevos botines.

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Así, Risky Boots consigue intercambiar diferentes reinos de lugar, causando el caos y la paradoja. La ciudad Scuttle se aleja de la costa para acabar en una zona desértica, Ciudad Lava se traslada a un páramo gélido y el elegante Palacio Real termina en tierras pantanosas y tétricas. Este mismo desorden justificará una de las mecánicas más interesantes del juego: cada nivel estará compuesto de dos zonas superpuestas y podremos cruzar entre escenarios a través de portales, lo cual proporciona al diseño de niveles y su exploración un reto original. Además, podremos activar el artilugio de la pirata para girar todo el plano trasero, algo que utilizaremos para resolver ciertos puzles y encontrar secretos.

Shantae tiene una misión: buscar a tres cazadores de reliquias que ayudarán al Tío Mimic a salvar el reino y plantar cara a Risky Boots. Para ello, la semigenio deberá explorar diversas localidades de Sequin Land para buscar pistas sobre el paradero de los arqueólogos. En cada lugar, deberemos resolver el entuerto causado por Risky y devolver cada ciudad a su sitio y, por supuesto, no faltarán los mapas hostiles, intrincadas mazmorras y criptas, con sus respectivos enemigos a los que azotar con nuestra cabellera. Sí echamos en falta los mapas para ayudar a orientarnos en los laberintos, si bien es fácil tomar puntos de referencia para no perdernos.

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Más que una medio genio medio vestida

El progreso de nuestra semigenio se basa en las archiconocidas transformaciones en animales que va adquiriendo, con sus respectivas habilidades y que le abren el paso a nuevas zonas para completar su misión. Todas ellas resultan divertidas y no pierden su protagonismo durante el progreso del juego, salvo la del cangrejo, que se verá relegada al olvido en cuanto descubramos la sirena. Asimismo, contaremos con las mejoras que se pueden adquirir en la tienda, esta vez regentada por la pizpireta zombi Rotty Tops. Como coleccionables, los portacorazones y los calamares secretos se mantienen como tesoros adicionales a nuestra aventura. En esta ocasión, los primeros sirven para aumentar nuestra capacidad de salud, mientras que los segundos son un extra que nos desbloqueará un traje para Shantae que nos animará a nueva partida con ciertos hándicaps.

No obstante, Risky Revolution no nos ofrecen dos finales según nuestro afán de completismo, más allá de la recompensa de pantallas finales con Shantae y compañía como pin-ups veraniegas. Aun así, son unas 12 horas de juego si deseamos ir al 100% de la partida. Como todo buen Shantae, varias de las zonas y respectivos enemigos resultarán viejos conocidos, con escasas incorporaciones y, como guinda del pastel, tendremos jefes que ofrecerán combates muy originales y que requerirán una buena preparación y una buena observación de patrones. Los puzles, a su vez, resultarán sencillos y divertidos, desde juegos de memoria hasta composición de imágenes.

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Shantae Advance: Risky Revolution es ese título que necesitábamos los admiradores de la saga y un deseo que ha podido cumplirse 21 años más tarde. En un contexto donde los metroidvania abundan en el mercado indie, la semi-genio reafirma su identidad con una honrosa entrega que ha sido rescatada de su cancelación. En ocasiones, se ha acusado a Shantae de ser un título que abusa del fanservice, pero Risky Revolution celebra el erotismo femenino sin caer en lo vulgar y siempre con una buena integración en la narrativa. La semigenio, adorable y sexy, sigue siendo algo más que una mujer florero: en esta aventura vuelve a brillar su resolución, valentía, inocencia y bondad y demuestra que es posible crear personajes femeninos sensuales sin cosificar.

Este juego ha sido analizado en su versión para Nintendo Switch 2.

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