Minecraft: Dungeons
- PlataformaPS45.5NSW5.5PC5.5XBO5.5
- GéneroAcción, RPG
- DesarrolladorMojang
- Lanzamiento26/05/2020
- TextoEspañol
- EditorXbox Game Studios
Minecraft Dungeons, análisis: una oportunidad perdida
Analizamos en profundidad Minecraft Dungeons, la llegada de la saga a un nuevo género. La ejecución falla al no conseguir que la simpleza sea una virtud.
Minecraft Dungeons cierra la primera mitad del 2020 por parte de la división Xbox. En estos primeros seis meses del año, la compañía ha apoyado la marcha hacia nuevos horizontes de sus principales marcas. Lo veíamos en abril con el excelente Gears Tactics, para más tarde pasar al título que nos ocupa, del cual no podemos decir lo mismo.
Y es que nuestro paso por la versión final dista de las buenas sensaciones que nos transmitió en el escenario del X019. El potencial que mostró en aquella demo no se ha aprovechado en ningún aspecto a lo largo de la travesía principal. Su ejecución no ha hecho de la simpleza una virtud.
Héroe sin capa
Todo nuestro paso por Minecraft Dungeons es un quiero y no puedo. Desde el punto de encuentro hasta los propios niveles, todos los aspectos del juego se quedan a medio camino de un action RPG que tiene las bases para hacer algo grande, pero no logra llegar a ningún lado. El progreso es uno de los ejemplos de lo fallido que resulta.
No existen arquetipos establecidos ni roles; tu héroe es un personaje como cualquier otro, con su arma cuerpo a cuerpo, armadura, arma a distancia y artefactos, a modo de accesorios. A medida que vayamos equipándonos nuevos objetos aumentará el poder, un valor diferente al nivel del personaje que determinará nuestra fuerza frente a la de los enemigos. Por tanto, subir de nivel hará que obtengamos nuevos puntos de encantamiento, con los que desbloquear mejoras pasivas dentro de cada pieza. En el endgame se profundiza un poco más en el número de encantamientos disponibles.
Si ya sobre el papel parece limitado, todavía lo es más en la práctica. No hay que gestionar en ningún momento esos puntos, simplemente mejoras las piezas hasta que te toque una de poder superior. En ese momento despiezas la anterior y obtienes la suma total de los gastados, además de un porcentaje de esmeraldas. Para progresar, estás en manos de un sistema de drops que no funciona como debería.
Eso es algo que en solitario puede no saltar tanto a la vista, pero cuando juegas en cooperativo ves que algo falla. En nuestro caso, pasamos la mitad de la aventura con otro compañero. Jugando exactamente lo mismo, nosotros conseguimos estar 5 niveles de poder por encima de él. ¿Por qué? Porque en su mundo los drops no habían sido tan frecuentes, y cuando lo hacía la subida era escasa.
Actualmente falla al completo la sensación de recompensa. El sentir que a cambio de tu valentía se te ofrecen suculentos objetos con los que ir mejorando. Se escala lento y de manera torpe, ya que la única forma de aumentar de poder está sujeta a lo que el juego quiera. Ni más ni menos. Habría sido un acierto que los dos personajes del campamento tuvieran incidencia en este aspecto, pero como casi todo en Minecraft Dungeons, son pura fachada.
Una moneda al aire
A medida que avancemos se incorporarán dos personajes al punto de encuentro, un lugar tranquilo en el que saltar entre misiones. La primera vez que ves al herrero piensas que será clave para poder mejorar aquellos equipamientos que quieras conservar, ya sea por su potencial en encantamientos o simplemente por su estética. Craso error. Cuando hablas con él, resulta que solo ofrece un baúl de equipamiento aleatorio “apropiado para tu nivel”. Por el módico precio de 98 esmeraldas puedes jugar a esta suerte de ruleta rusa hasta que te quedes sin blanca. Pensarás que merece la pena, que esto rellena los huecos vacíos que dejan los drops de los niveles. Otra decepción más: suelen estar por debajo del nivel de personaje y poder en el que te encuentres.
Al menos el otro NPC, el vendedor errante, va de cara. Ofrece otro baúl con el que conseguir “un artefacto aleatorio apropiado para tu nivel”. Esta vez un poco más caro que su compañero ambulante, 197 esmeraldas. De nuevo, la ruleta sigue girando hasta que el juego decida dejar caer algo que mejore tu poder. Si no quiere que progreses, no lo harás. Por más que repitas niveles, por más que compres cofres, por más que pongas de tu parte: jugar a Minecraft Dungeons es una moneda al aire.
Las nueve misiones que componen la aventura pueden completarse en escasas tres horas, dependiendo de la suerte que hayas tenido con los drops. Mojang se aferra a la generación procedural de los niveles para darle un extra de rejugabilidad de cara a sus dos modos de juego extra: aventura y apocalipsis, desbloqueados al completar el anterior. Lo cierto es que los niveles denotan una falta de diseño flagrante.
Hay ciertas partes diseñadas a mano, sobre todo las estancias principales, que se mantienen fijas en el proceso, pero el resto es una sucesión de pasillos que no recompensan en absoluto la exploración. Es habitual peinarlas al completo y ver que zonas, aparentemente secundarias, son callejones sin salida. Ni un misero cofre. Moneda al aire otra vez: si se genera un cofre, ese callejón tendrá recompensa; si la fortuna nos sonríe quizá incluso haya una minimazmorra. No es lo habitual.
Oportunidad perdida
Da la sensación de estar ante un producto hecho con prisas. Algunas misiones ni siquiera culminan con un jefe final único, sino con oleadas de enemigos como otra situación más. Y cuando se presentan enemigos especiales, su aparición se estira lo máximo posible. Acabaréis cansados de repetir las mecánicas de combate contra el Golem de Redstone. No hay un gran bestiario, ni tampoco se aprovecha la licencia Minecraft tan bien como debería.
Sí, mataremos incansables hordas de zombis, arqueros esqueletos, creepers, arañas y más. La aparición de los Enderman es anecdótica. Durante la recta final se abusa de los aldeanos invocadores, que aumentan el poder de un enemigo en concreto. Esos momentos, al menos, tienen algo de enjundia. La sinergia entre enemigos funciona bien, pero Minecraft tiene potencial para hacerlo mucho mejor, en vez de tomar cuatro elementos icono y meterlos en una coctelera.
Incluso puede sonar a oportunidad perdida. La marca tiene varios simbolos que ya se han convertido en seña de la cultura pop. El pico (al menos aparece como arma), construir... habría sido genial incorporar alguna mecánica de construcción o minería como extensión del juego base. El resultado difiere por completo, incluso los temas musicales están desaprovechados.
Los problemas técnicos son otro de los obstáculos encontrados en nuestro paso por Minecraft Dungeons. Hemos pasado por cierres inesperados hacia la interfaz, desaparición de enemigos… incluso jefes. Fue una situación extraña nuestra primera vez con el jefe final. Nada más entrar en la zona, se fundió con el escenario y murió al instante. Cosas de la vida, quizá. Tan fugaz fue como la fuerza de la trama principal, un mero hilo conductor que no lleva a ningún lado.
Las funciones cooperativas ponen hasta cuatro jugadores simultáneos previa invitación (sin matchmaking), aunque el juego cruzado no se encuentra disponible de lanzamiento. Llegará con una actualización gratuita en el futuro. No todo es malo. El control está depurado y el combate funciona bien, sin alardes. El uso de las habilidades de los artefactos es vital para sortear a los enemigos, que en dificultades altas se agrupan en grandes números.
No hay duda de que a los mandos es una experiencia divertida durante las primeras horas, máxime en cooperativo. Una vez disipada la sorpresa inicial es una constante repetición en bucle de un juego que no invita a repasar sus mazmorras. Sí, los modos extra añaden nuevos encantamientos y ofrecen combates más intensos. ¿De qué me sirve si no me resulta agradable la rueda de contenidos que se ofrecen? Es repetir una y otra vez niveles carentes de alma; faltan motivos para seguir jugando. Minecraft Dungeons se queda en la orilla al tratar de ofrecer las bases del action RPG.
El análisis se ha realizado en Xbox One X mediante un código suministrado por Microsoft
Conclusión
Minecraft Dungeons es un quiero y no puedo. Un juego que no logra hacer de la simpleza una virtud. Hay muchísimo margen de mejora, pero da la sensación de estar ante una oportunidad perdida. Existen graves problemas en las mecánicas referentes al loot, al igual que un diseño de niveles muy lejos de sus rivales. Hay pocos motivos para recomendarlo, especialmente si tenemos en cuenta la mala ejecución de los pilares del géneros. Por no hablar de los errores técnicos.
Lo mejor
- El control, depurado; algunos momentos de intensidad durante el combate.
- Diferentes ajustes de dificultad para encontrar la experiencia que prefieras.
Lo peor
- Pobre diseño de niveles.
- Problemas en el sistema de loot.
- Hace que la simpleza no sea una virtud.
- Bugs y errores jugables.
- Faltan motivos para seguir jugando...
Mejorable
Puede tener elementos aceptables y entretener, pero en general es una experiencia que no dejará huella. Sólo recomendable en caso de sequía de este género de juegos.